INICIATIVA SOLIDARIA

Pablo triunfa en la Laurel

El guitarrista de fama mundial Pablo Sáinz Villegas se disfraza para ofrecer un curioso concierto en la conocida calle de tapeo logroñesa, en el que abordó desde temas de música clásica hasta la eterna 'Macarena'

LOGROÑO Actualizado: Guardar
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La cita era el 16 de junio. Sábado, 12 horas, calle Laurel. Pero todo empezó mucho antes. Empezó el 2 de abril con un correo electrónico: «Me parece una idea estupenda y tienes todo mi apoyo y disposición para que sea un éxito». Quien así se expresa es el músico logroñés Pablo Sáinz Villegas, guitarrista de fama mundial. Acaba de animarse a participar en una experiencia planteada por Diario LA RIOJA y larioja.com que requiere bastante arrojo. La audacia de quien cruza cada año el globo para compartir con su entregado público su increíble habilidad como concertista. La valentía de quien, lejos de conformarse con el apoteósico impacto que recaba en los auditorios más prestigiosos, impulsa proyectos benéficos a favor de la infancia desfavorecida.

Ocurre que no solo es un músico excepcional. También es un ser humano extraordinario. El artista más apropiado para este reto: llevar la música a la calle. Salir al encuentro de quienes, no formando parte de su público potencial, seguro que quedarán embrujados por su destreza con la guitarra; además, la iniciativa busca recaudar fondos para los proyectos benéficos que Pablo impulsa.

«Acepté porque yo soy, sobre todo, un músico del pueblo». Pablo desgrana sus reflexiones mientras ultima con los redactores de esta casa los preparativos de la conquista de la Laurel; ya ha llegado el día D, que sorprende al músico riojano exhausto, pero feliz. Aparece por nuestra redacción tras una agotadora gira por Estados Unidos de la que habla enfebrecido («Estar con John Williams en su casa, tocando juntos, o presentar al Dalai Lama en Los Ángeles… Me parecía un sueño») y a punto de asomarse a otra gira por España de intensidad semejante. El júbilo puede más que el cansancio; aunque viajó de madrugada hasta Logroño, le precede una sonrisa cautivadora cuando sube por la escalera camuflado con el atuendo que le hemos sugerido para la ocasión: un disfraz de músico callejero.

«Es que yo tengo una vena jipi, ¿eh?», nos avisa entre risas. Y luego de bautizarse a sí mismo como «músico perroflauta», se embarca en la aventura. Faltan un par de horas para que larioja.com grabe su concierto sorpresa en la Laurel y toca afinar los detalles. La idea nació a imagen y semejanza de la llevada a cabo en el 2007 por ‘The Washington Post’, cuya web convenció a otro músico célebre, el norteamericano Joshua Bell, para que exhibiera su maestría con el violín en el metro de la capital norteamericana. Bell salió airoso del trance... pero casi nadie le reconoció; luego confesaba, no obstante, que la experiencia había enriquecido su compromiso con la música, mientras divagaba sobre una experiencia que también admite una lectura sociológica. Filosófica, incluso.

¿Y Pablo? Bueno, a punto de embarcarse en nuestro desafío, Pablo no parece asustado. Ninguno de nosotros sabe aún cómo cristalizará el plan, pero coincidimos en que todo saldrá mejor si dejamos fluir su vertiente espontánea, tan propia a este tipo de experimentos. Por esa razón renuncia a disfrazarse por completo: con un atuendo simplemente informal, permitiremos que alguien lo reconozca, lo cual dotaría de mayor singularidad a este peculiar recital.

El disfraz

Vaqueros, zuecos, camiseta, collares... El disfraz se completa con los bártulos del músico ambulante y con los utensilios que recogemos esa misma mañana por los bazares chinos: una palangana para las monedas, un cartel donde invita a cantar con él algunas piezas de su repertorio, sombrero de ala ancha y el hallazgo final: gafas de pasta, color azul fosforito. Sin ellas, en Ochagavía, la tienda donde nos proveen amablemente de guitarra y amplificador, le reconocen; parapetado detrás de ellas, sin embargo, ni siquiera el diputado Conrado Escobar, con quien coincidimos en el aparcamiento de Bomberos, logra identificarlo. Prueba superada.

Y llegamos a la Laurel. Tomamos posesión del espacio que nos cede Armando, habitual de la calle, y comienza el espectáculo. Será una hora de emoción compartida entre los miembros de esta redacción, el músico y algunos amigos y familiares de Pablo que vienen a última hora. Compartida también con los paseantes que se detienen unos minutos y convierten el humilde concierto en un acto festivo y participativo, poseído por la magia de la música: confirmamos entonces que es un arte al alcance de todos si se ejecuta con tan mayúsculo talento.

Alguna lágrima brota mientras Pablo se quita el disfraz. Recuenta por curiosidad las monedas (20,15 euros) y se despide con otro detalle torero:«Dale el dinero a Armando». La iniciativa de convertir a Pablo Sáinz Villegas en artista callejero fue posible gracias a la colaboración de los comercios Musical Ochagavía (que cedió guitarra y amplificador) y Amadeus, que ayudó en los preparativos. También contó con el apoyo de Ibercaja Obra Social y el espontáneo respaldo de hosteleros y clientes de la calle Laurel. Y, especialmente, con la extraordinaria disposición del músico logroñés, que improvisó su disfraz (vaqueros, collares, camisa, zuecos) y se hizo con palangana, sombrero y gafas en bazares chinos. De complemento, un cartón de Don Simón.