Cristina se queda sola en el poder
La presidenta argentina se enfrenta a los que hasta ahora eran sus aliados, cuando la economía hunde su popularidad
BUENOS AIRES. Actualizado: GuardarCon la actividad económica en franca desaceleración, Argentina vive un renacer del conflicto político entre el Gobierno de Cristina Fernández y algunos de los que hasta hace poco eran sus aliados, como el secretario general de la Confederación General del Trabajo (CGT) y líder camionero, Hugo Moyano. En ese choque, que se dirimirá el miércoles en un paro general convocado por el sindicato, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli, procura un equilibrio cada vez más difícil. No quiere -ni puede- romper con la presidenta, pero podría necesitar a Moyano como socio si se postula como candidato a la presidencia en 2015.
Impactada por la crisis internacional y por las dificultades de acceso al mercado de deuda que arrastra desde el cese de pagos en 2001, la economía argentina -que había crecido casi un 9% en 2011- sufre una desaceleración. Mientras tanto, los precios continúan al alza (estimaciones privadas indican que la inflación anual será del 22%).
Esa combinación resulta letal para los trabajadores que dependen de un salario. Cuando consiguen aumentos, la inflación les lima el poder adquisitivo. Para colmo, el Gobierno, por necesidades fiscales, se resiste a incrementar el «mínimo no imponible», que es el sueldo a partir del cual se deben pagar impuestos.
Ante la gravedad de la situación, Moyano ha convocado al paro general con una movilización frente a la Casa Rosada (la sede de la Presidencia). Pero en plena puja de poder dentro del peronismo, al que pertenecen Cristina Fernández, Moyano y Scioli, no se trata solo de una reivindicación salarial sino también de demostrar quién tiene el poder, quién gobierna.
Guerra interna
Moyano asegura que la presidenta lo quiere fuera de la CGT. El camionero era cercano a Néstor Kirchner, más por necesidad que por gusto. Pero ella lo rechaza casi de plano. No le gustan los condicionamientos que le impone a su Ejecutivo. Según empresarios cercanos al oficialismo, ella está dispuesta incluso a no contar con una central sindical afín, confiada en el respaldo directo que asegura tener entre los trabajadores.
Entre tanto, el entorno de la mandataria ya ha decidido que la destitución del paraguayo Fernando Lugo ocurrida el viernes será utilizada para agitar el fantasma de lo que puede ocurrir cuando la oposición se une para debilitar a un Gobierno. Esa será la estrategia del oficialismo para «victimizarse» y restarle protagonismo a Moyano.
En este escenario, Scioli, que ya expresó que tiene ambiciones presidenciales, trata de mantenerse equidistante. Se fotografió hace pocos días con Moyano en un partido de fútbol organizado por la gobernación y se fue a Italia durante el conflicto de la semana pasada, cuando los camioneros llamaron a un paro de 72 horas que amenazaba con dejar sin combustible a todas las provincias del país.
Cristina ya no puede aspirar a un nuevo mandato porque gobernó dos períodos consecutivos, pero tampoco manifiesta tener un delfín. Ese vacío lo quiere aprovechar Scioli, que no es un hombre de confianza de la presidenta. Si bien pertenecen al mismo partido, para muchos, su ascenso podría significar un giro a la derecha.
El gobernador de Buenos Aires goza, sin embargo, de mucho respaldo. Según diversas encuestas está por delante de Cristina en imagen positiva y en apoyo a su Gobierno provincial, donde viven el 40% de los votantes argentinos. Ella ocupa el segundo lugar y precede al alcalde de la capital argentina, Mauricio Macri, también con aspiraciones presidenciales. Pero en lugar de mantenerse alejado de la polémica, Macri está jugando a sacar provecho de la ofensiva sindical.