RECUPERAR LA POLÍTICA
Actualizado:El congreso que el PSOE andaluz celebrará la semana que viene se irá en ver cómo se reparten las cuotas de poder, en estos tiempos de relevos y eres, y si Mario Jiménez -también llamado 'Chiripa' por su parecido con el líder de Syriza, Alexis Tspiras- será el nuevo secretario de organización. Pero en el cuartel general se plantea un debate de fondo: qué medidas tomar para que la política recupere la confianza de la gente. Si la reflexión es común a todo el espectro político, en el lado socialista se agudiza, tras las últimas derrotas electorales. Saben, como dijo el defensor del pueblo, que «la gente está hasta el gorro de ustedes». El deterioro de la imagen, el desapego de la ciudadanía, la pérdida de discurso preocupa mucho. Necesitan, como analiza Tony Judt, trabajar por el prestigio del Estado, reconstruir un lenguaje propio y encontrar un relato moral. Porque, como decía Steiner a propósito de De Gaulle, «la alta oratoria es capaz de detener la catástrofe», y porque o cambian el guión o se quedan sin público.
¿Qué hacer, pues? No está mal plantearse una reflexión digamos ontológica -para qué si no están los congresos de los partidos- aunque el rearme ideológico de la socialdemocracia no se va a resolver en un fin de semana. Modificar las reglas internas, fomentar la participación, la transparencia, cambiar de prácticas, de actores incluso, es fácil de decir y difícil de cumplir. Porque ¿hasta dónde podrá Griñán remover prácticas ya arcanas dentro de su partido?
Algunas soluciones pueden ser impopulares y hasta contracorriente. Por ejemplo, hay que pagar bien a los políticos. Rebajarles el sueldo, como se ha vuelto a hacer para acallar críticas en pleno recorte funcionarial, quedará bien cara a la galería pero no sólo aleja a los mejor preparados, es que reduce el 'cachet' de quienes han de adoptar decisiones comprometidas que afectan a millares de personas. No recompensa el valor, el mérito ni el desempeño, que tanto se exige como norma general. No es lógico que un consejero gane menos que en su puesto de alto funcionario, que un miembro del Consejo de Gobierno tenga que tirar de ahorros, que cobre seis veces menos que un director de orquesta. Aunque sin prestigiar el servicio público también es difícil defender a los políticos.