'E.T.', el primer fracaso de la historia del videojuego
Basado en la película de Steven Spielberg, se fabricaron cuatro millones de cartuchos y solo se vendieron 1,5
MADRIDActualizado:Nadie se lo podía imaginar. En 1982 la industria comenzaba a dar sus primeros pasos hacia el gran público y las distribuidoras y productoras veían en el sector una máquina bien engrasada, joven y fuerte, incapaz de retroceder posiciones. Vaya sí lo hizo. Entonces Atari y las máquinas de 4 y 8 bits dominaban el mercado y las licencias basadas en películas afloraban como uno de los negocios más jugosos dentro de la industria. Artísticamente, y dadas las limitaciones de las consolas y los ordenadores de la época, los títulos no podían albergar más que un amasijo de píxeles, más o menos abstracto, en los que era el jugador quien echaba el resto, poniendo imaginación para creerse al avatar que manejaba en pantalla. La caja del título con su portada daba las claves, pero si el juego se basaba en una licencia cinematográfica de éxito, la venta estaba asegurada.
Fue lo que debió pensar Warner, propietaria de Atari, cuando desembolsó cerca de 25 millones de dólares -una burrada en aquella época- para hacerse con los derechos de 'E.T. The Extra-Terrestrial', un videojuego basado en la cinta homónima de Steven Spielberg. Película y juego cumplen este mismo año treinta primaveras, pero este último, publicado para la Atari 2600, no tuvo tanto éxito. Y mira que ya lo había avisado el director ejecutivo de Atari por aquel entonces, Ray Kassar: “Creo que es una idea estupida. Nunca hemos hecho un juego de acción a partir de una película”. De nada sirvió la advertencia que lanzó al CEO de Warner, Steve Ross.
El trato se había cerrado en julio y necesitaban que el juego estuviera listo para la campaña de Navidad, así que su desarrollador tendría poco más de seis semanas para cerrar el proyecto. La misión recayó en Howard Scott Warshaw, que había hecho un trabajo destacable con licencias anteriores como 'En busca del arca perdida', aunque no en tan poco tiempo -el título de Indiana Jones llevó entre seis y siete meses de trabajo-. Pese a que la idea inicial era desarrollar un juego cercano al argumento de la película, los estrictos plazos de tiempo le llevaron a desechar lo que tenía en mente. Warshaw fue a lo fácil y desarrolló un clon de todo un clásico: Pac-Man, con nuestro alienígena amigo -una masa desastrosa de píxeles- como protagonista. En apenas dos días diseño el título y, tras presentar la idea a Kassar, pasó otras cinco semanas escribiendo y depurando los 6,5Kb de código.
Las ventas de cartuchos
Las prisas son malas consejeras pero, además, Warner perdió el juicio y encargó cuatro millones de cartuchos. Animados por el hecho de que una conversión tan nefasta como la del Pac-Man original había obtenido muy buenas ventas y por el tremendo éxito de la película, la compañía creía haber hecho el negocio de su vida. Pronto se dieron de bruces con la realidad. Solo vendieron 1,5 millones de cartuchos. Y aunque la cifra no estaba nada mal -se convirtió en el octavo cartucho más vendido de la historia-, el stock restante y el desembolso económico que había realizado la empresa llevaron a Atari al desastre, provocando su división y su venta en 1984 y desencadenando la crisis de la industria en 1983, dado que Atari dominaba los sectores del hardware y el software.
Tras la debacle, Atari decidió hacer sitio en el almacén que tenía en El Paso y decidió enviar los millones de cartuchos del título -algunos de los vendidos habían sido devueltos porque el juego tenía fallos que hacían que la consola dejara de responder- a un vertedero de Nuevo México. Allí fueron triturados y enterrados con la esperanza, quizá, de tapar una de las historias más penosas del mundillo. Por suerte, las hemerotecas siguen ahí.