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El director José Luis Cuerda, a su llegada al tanatorio. :: EFE
Sociedad

Emotiva despedida a Galiardo

MIGUEL LORENCI
MADRID.Actualizado:

La profesión que le había entregado la antorcha que lo distinguía como un grande del oficio despedía ayer con tanto respeto como admiración y cariño a Juan Luis Galiardo. Las gentes de teatro, el cine y la farándula dieron el último y emotivo adiós a un profesional «generoso», a un «gigante» de la escena que hizo buenos tópicos como el 'actor de carácter' y 'genio y figura'. La familia pidió respeto a su intimidad para el último acto de este indomable genio de la interpretación. Sus colegas, que le rendirán homenaje más adelante, quisieron recordar lo mejor de su indómito talento y su fuerte personalidad, a menudo volcánica, que puso al servicio de cientos de personajes. Entre ellos los de Miguel de Cervantes y de su universal Quijote, con el que Galiardo afianzó el lugar de honor ganado a pulso con medio siglo de presencia en la escena, el cine y la televisión.

Rodó decenas de películas y se sirvió de la televisión para demostrar que era mucho más que un galán, pero Galiardo llevaba en la sangre el teatro, «la verdad máxima de las artes escénicas», decía. Estuvo a punto de dejarse la vida sobre las tablas, como Molière, el autor de 'El avaro' que Galiardo ha llevado de gira casi hasta el final de sus horas. Un trabajo que compatibilizó con el rodaje de la serie 'Gran Hotel', que Antena 3 estrenará en otoño.

Los restos de actor, andaluz de nacimiento y extremeño de adopción, fueron incinerados en la tarde del sábado en Madrid y su sepelio transcurrió en la más estricta intimidad. Así lo quiso el propio Galiardo, que fallecía en la noche del viernes a consecuencia del «devastador» cáncer de pulmón que se le había diagnosticado en enero. Tenía 72 años y era toda una leyenda en un oficio en el que quiso mezclar lo mejor de compañeros como Fernán Gómez, Paco Rabal y Fernando Rey.

Durante todo el día desfilaron por el tanatorio de la M-30 familiares, amigos y compañeros de profesión que quisieron evocar el perfil más vitalista y alegre, de un gigante de la interpretación empeñado en ser un buen tipo. Allí recibió la familia los mensajes de condolencia y apoyo de la Casa Real o el Ministerio de Cultura.

Todos cumplieron la última voluntad de Galiardo, que, muy consciente de la proximidad del final, pidió ser recordado por sus interpretaciones y su afán de darse a los demás. «Premiáis de alguna manera al buen hombre que pretendo ser, aunque a veces no lo consigo», dijo de sí mismo al recibir el único Goya de su larga carrera, el que ganó en 2001 por su trabajo en la película de José Luis García Sánchez, 'Adiós con el corazón'.

«Nos enseñó que la vida y la profesión son intensidad y pasión», recordaba Juan Echanove, quien creció como actor junto a Galiardo en la recordada serie 'Turno de oficio', dirigida por Antonio Mercero y que supuso una de las muchas resurrecciones de Galiardo. Y es que la vida personal y profesional fue una suerte de montaña rusa en la que tan pronto estaba en la más alto como en lo más profundo de su propios infiernos.

Felino

«Ha sido un actor felino, un gran león que interpretaba a dentelladas pero que supo borrar las huellas de lo malo y que al final nos ha dado una lección, otra más, huyendo de la desgracia», agregó Echanove.

«Era tacaño con lo malo y generoso con lo bueno», coincidía otro compañero de aventuras televisivas y cinematográficas, Imanol Arias, quien recordó cómo Galiardo había cumplido una vez más con su máxima de no exhibir jamás el dolor ni las miserias, ni en el momento de ajustar cuentas con la parca. «Como él decía y ha cumplido, lo mejor es que las desgracias te pillen trabajando y que nadie se entere».

«Se ha dedicado a los demás más que sí mismo», era el resumen emocionado del actor y director Jesús Bonilla, que dirigió a Galiardo en 'El oro de Moscú'.

Santiago Segura lamentaba desde Nueva York la pérdida de «un gigante y un espectacular artista». «Ha caído un roble, un titán de la interpretación, el Mastroiani español, un buen amigo y una impredecible persona». «Sobre todo era muy generoso; te daría la vida si se la pidieras. Parece que de tanto dar ya no le quedaba más», escribió en Twitter Álex de la Iglesia, que lo dirigió en 'La chispa de la vida'.