ESPAÑA

Con la imagen por los suelos

El descrédito de los jueces es el mayor de los últimos años y la confianza de los ciudadanos en los tribunales se derrumba

MADRID. Actualizado: Guardar
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Las togas y las puñetas no gozan de buen cartel entre los ciudadanos. Todos los estudios del Centro de Investigaciones Sociales que aluden a los jueces, órganos jurisdiccionales y la justicia en general arrojan malas noticias para los interesados.

En valoración ciudadana suspenden siempre, aunque les cabe el consuelo de que la única institución que supera el aprobado son las Fuerzas Armadas. Hasta octubre del año pasado los militares compartían esa distinción con la Monarquía, pero en el barómetro de ese mes la Corona suspendió por primera vez su historia. Los jueces, la justicia y los órganos judiciales se sitúan en el entorno del cuatro de nota media. Por debajo tienen a los partidos políticos, que se quedan en los tristes dominios del tres.

La confianza que despiertan jueces y tribunales también pasa por un mal momento. Uno de cada tres ciudadanos tiene poca o ninguna fe en ellos; la misma proporción considera que la justicia no es tan ciega como debería y está sometida a interes ajenos de la ecuanimidad.

Si uno de cada tres tuerce el gesto al hablar de jueces, un abrumador ocho de cada diez sostiene que dan distinto trato a los acusados y tienen más deferencia con el rico que con el pobre. Los ciudadanos también están convencidos de que los políticos salen mejor parados de los tribunales que cualquier otro acusado con el mismo delito.

Conservadores

La radiografía se completa con la percepción ideológica o política de la judicatura, y a ojos de casi la mitad de los españoles los profesionales de la justicia son conservadores. Apenas uno de cada diez cree que son de extracción progresista.

Con todo estos mimbres no es extraño que la mala imagen de la carrera judicial esté consolidada. El informe del año pasado del Observatorio de la Actividad de la Justicia constata que ya hace siete años el 37,8% de los ciudadanos tenía una impresión mala o muy mala de los jueces; porcentaje que se eleva a 40,2% en 2008 y que vuelve a crecer a 48% en 2011. Hasta los sondeos del Consejo del Poder Judicial, que podría pensarse que son más benévolos, arrojan un diagnóstico demoledor. El de 2005 señala que el 44% tenía mala o muy mala opinión de los togados; la misma pregunta hecha tres años más tarde dispara al 57% los críticos con la justicia.

Las razones de esta mala imagen son múltiples. El Observatorio de la Actividad de la Justicia echa «gran parte» de las culpas al mensajero, es decir, a los medios de comunicación porque transmiten una visión distorsionada de los tribunales.

El observatorio incide en que la justicia «inició su andadura democrática lastrada por una herencia negativa por su papel como instrumento político» del franquismo. Pero una vez superado esa etapa, el principal problema con el que se enfrenta, según el observatorio, son las informaciones de los medios de comunicación, con los jueces señalados «como esclavos de una supuesta ideología», mientras las sentencias son «analizadas parcialmente, y casi siempre sin conocer el desarrollo real del asunto». El observatorio no dice nada, pero algo habrán tenido que ver en el deterioro de imagen los propios profesionales de la justicia. ¿No?