Dignidad y orgullo de Colombia
La Ruta Quetzal se impregna del aroma del café en el departamento de Quindío y de la cultura popular generada en torno a su cultivo
QUINDÍO (COLOMBIA) Actualizado: GuardarLuis Emilio quiere ser "un gran futbolista" y Ángel Antonio "trabajar de soldado". Pese a que el cultivo del café es uno de los mayores orgullos de Colombia, los niños de Pueblo Tapao no desean pasarse la vida recogiendo el grano, como han tenido que hacer sus padres y antes sus abuelos. "Pero claro que nos sentimos orgullosos de ser recolectores de la mayor riqueza de nuestro país. Pero, entiéndame, señor, con el orgullo no se come", responden los mayores.
Jesús Arnaldo lleva cincuenta años como recolector. Le acompañan en la cuadrilla Luis Estrada, Rubiela Petrel y David A. Cortes. Fueron ayer los maestros de los chicos de la Ruta Quetzal BBVA 2012, que visitaron la finca cafetera El Agrado, en Pueblo Tapao, para conocer todo sobre el cultivo y su elaboración. Aprendieron, además, que el orgullo de este país tan rico en recursos nace en realidad de la dignidad de sus gentes.
Las zonas rurales de Colombia, con un turismo incipiente pero todavía muy a distancia de la costa caribeña y de las principales ciudades de atractivo internacional, están siendo escenario de la primera parte de la etapa colombiana de esta edición. Si el Valle del Cauca, visitado el jueves, ha protagonizado tradicionalmente una vida campesina orientada a la caña de azúcar, el departamento de El Quindío, cuna de la cultura quimbaya, se ha orientado a la cultura del café. Aquí es donde este fin de semana permanece plantado el campamento.
El café fue precisamente protagonista de la jornada de ayer. Los 225 chicos y el resto de la expedición dedicaron la jornada del viernes a conocer la cultura generada en torno a este producto que hoy en día es de consumo universal gracias a figuras emblemáticas como Juan Valdés y un pilar importante para la economía de Colombia.
Por la mañana recorrieron la finca El Agrado, donde cada uno de ellos bautizó con su propio nombre una planta de café, una forma de mantener un vínculo personal y convertir una simple visita turística en un compromiso de promoción del café de Colombia. Conocieron las características, variedades y enfermedades del cultivo, probaron a recoger el grano y aprendieron a distinguir aromas y sabores.
Pero, sobre todo, fueron testigos de la dignidad de los trabajadores de la finca, que, con la piel curtida y las manos encallecidas, soportan horarios de sol a sol de dura faena por salarios de supervivencia. Por un día, compartieron con ellos su tarea y crecieron con su humildad. Chicos brillantes de cincuenta países que se llevan de aquí la esencia del café y la medida del sacrificio que cuesta obtenerlo.
Ahora también los niños Luis Emilio y Ángel Antonio, además de querer ser futbolista o trabajar como soldado, sueñan con realizar algún día un viaje como la Ruta Quetzal que les lleve a conocer el mundo más allá de Pueblo Tapao y a compartir con otros chicos como ellos la dignidad y el orgullo de proceder de una familia de honrados recolectores de café.
¡Viva Colombia!
Por la tarde, los expedicionarios se trasladaron al Parque Nacional del Café, en Montenegro de Quindío, donde, en un tono más lúdico, disfrutaron de una espectacular bienvenida, siempre con el café como protagonista. El colorista y vitalista folclore de los pueblos que componen el llamado Triángulo Cafetero inspiraba un show de música y danza que consiguió contagiar de orgullo patrio colombiano a estos jóvenes de cincuenta países diferentes.
Quizás algunos recordaron entonces las palabras que, todavía en Madrid, les dedicó Miguel de la Quadra-Salcedo: "¡Colombia sois vosotros! ¡Sois colombianos!".
Ya de noche, la expedición regresó al campamento en Rancho California para descansar antes de afrontar este sábado la segunda marcha montañera, que ascenderá al Paramillo del Quindío y promete una nueva aventura.