Editorial

Europa, por el crecimiento

La cumbre de Roma da un paso en la buena dirección que habrá que concretar y acelerar

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François Hollande basó su campaña presidencial en la idea de combinar la austeridad, que Alemania esgrime para reequilibrar los presupuestos de la Eurozona, con el concepto de crecimiento. El objetivo: devolver a los países más afectados por la crisis a la senda del desarrollo y mitigar los efectos adversos de la gran depresión. No es, pues, extraño que el presidente de Francia, que acaba de conseguir una espectacular mayoría absoluta en las legislativas de su país, haya impulsado en la cumbre informal de ayer, en Roma, un plan para «el relanzamiento del crecimiento y la creación de puestos de trabajo». Tan magnífico designio, orquestado por París y Berlín junto a los débiles primeros ministros español e italiano suena muy bien en los oídos de los depauperados países mediterráneos, pero la sola observación de que el gran proyecto cuenta solo con el 1% del PIB comunitario -una cifra en todo caso astronómica en términos absolutos, 130.000 millones de euros- pone de manifiesto lo limitado de la propuesta. También se habló ayer en Roma de las medidas tendentes a la unión bancaria, fiscal y política en el Eurogrupo, es decir, de los avances hacia la federalización, término que en todo caso continúa proscrito por las reticencias de algunos países. Es de esperar que en la cumbre comunitaria de fin de mes se produzcan progresos en esta dirección, aunque es dudoso que las medidas que resultarían de esta mayor integración -los eurobonos o un cambio al alza de las competencias del BCE- lleguen a tiempo de paliar los problemas que afectan a los países más dañados por la gran recesión y su ulterior recaída. Mientras en España se digerían ayer las cantidades que habrá que aplicar a la recapitalización de las entidades dañadas y se iban perfilando las condiciones del rescate del sistema financiero, en Roma se daba un paso más hacia la recomposición del Eurogrupo, cuyas reglas funcionaban en época de vacas gordas pero que fallaron peligrosamente cuando llegaron las vacas flacas. Urge que el positivo y esperanzador paso dado ayer en Roma se concrete y acelere el ritmo del nuevo rumbo para que se resuelva lo antes posible el grave momento que vive España y el euro.