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Antonis Samarás saluda al arzobispo de Atenas tras jurar su cargo como primer ministro en el palacio presidencial. :: ORESTIS PANAGIOTOU / EFE
MUNDO

Samarás abre la «gran batalla» por ablandar el rigor de Europa

La prioridad absoluta del nuevo primer ministro de Grecia es renegociar los duros planes de austeridad impuestos desde 2010

ÍÑIGO DOMÍNGUEZ CORRESPONSAL
ROMA.Actualizado:

Antonis Samarás, líder del conservador Nueva Democracia (ND), ya es el nuevo primer ministro de Grecia y es posible que se siente mañana junto a Angela Merkel en la tribuna del catártico Grecia-Alemania de la Eurocopa. Los dos son compañeros en el Partido Popular Europeo (PPE). Merkel, que no iba a ir, anunció ayer que sí, tras adelantarse la agenda de la minicumbre de Roma de ese día junto a Monti, Hollande y Rajoy. Samarás, por su parte, logró ayer, al tercer día, ser el nuevo primer ministro griego, tras cerrar una coalición con los socialistas del Pasok y la pequeña formación de izquierda Dimar. Aunque ambos partidos han preferido limitarse al apoyo parlamentario y no poner la cara en el Ejecutivo con ministros. No es lo que se dice una señal de confianza, pero es lo que hay en la bárbara política griega. Suman 179 escaños en un Parlamento de 300, una mayoría en principio sólida que deberá aguantar las posibles deserciones en cuanto empiecen los problemas. Además un Gobierno de coalición es una total novedad en Grecia, donde ND y Pasok se han alternado en solitario durante cuarenta años. No tienen costumbre. Es como si en España tuvieran que gobernar juntos PP y PSOE. Los ministros se negociaban anoche. Todo apunta a una alta presencia de técnicos.

De este modo, Grecia cuenta ya con un nuevo Gobierno que podrá presentarse hoy en la reunión del Eurogrupo -los ministros de Economía de la zona euro- con sus planes y mañana tal vez Samarás aproveche la oportunidad de sentarse hora y media con Merkel en el partido para contárselos. Entre patada y patada de la defensa griega, Samarás podrá también empezar a dar la lata con su prioridad más absoluta: convencer a la UE para que ablande las duras condiciones de austeridad impuestas a Atenas a cambio de su rescate. En Bruselas hay buena disposición y muchos socios europeos están de la parte griega, pero Merkel sigue inflexible. Quizá sea más fácil que Grecia le gane a Alemania.

Atenuar el rigor del guion de los prestamistas de la 'troika', formada por la UE, el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), que ahoga a los griegos desde 2010, y renegociar sus exigencias ya firmadas es la «gran batalla» que se prepara a librar el nuevo Ejecutivo, según anunció el líder del Pasok, Evangelos Venizelos. De hecho, lo primero que hizo Samarás tras jurar su cargo a primera hora de la tarde fue reunirse con los líderes de los tres partidos de Gobierno, con el ministro de Finanzas saliente, Giorgios Zanias, y el que se da como su sucesor, el presidente honorario del Banco Nacional de Grecia, una entidad privada, Vassilios Rapanos, que ya ocupó ese cargo de 2000 a 2004, cuando el país entró en el euro. Zanias es quien acudirá hoy a la reunión del Eurogrupo y quiere sondear el terreno de inmediato. Además, según la prensa griega, pedirá la entrega de la nueva partida de ayuda de 31.000 millones -bloqueada hasta ahora por el vacío político de dos meses- de los cuales 25.000 serían para recapitalizar la banca. Con todo, el acuerdo del nuevo Gobierno parece haber frenado la retirada masiva de dinero de las cuentas griegas.

La gran pelea, como en otros aspectos vitales de la UE, será en la decisiva cumbre europea de los próximos 28 y 29 de junio. Hay algo que urge: Atenas debe aprobar ya recortes por 11.700 millones para reducir su déficit si quiere recibir el siguiente tramo de dinero del rescate, pero los acuerdos dicen que se deben aplicar en 2013 y 2014. Samarás quiere alargar el plazo al menos hasta 2016. Eso le daría margen para introducir algunas medidas de respiro, como subir las pensiones más bajas, alargar de uno a dos años el subsidio de paro y rebajar algunos impuestos. Por otro lado, Grecia aspira a obtener un menor interés por los préstamos de rescate. Será más duro conseguir cesiones en el despido de 150.000 funcionarios antes de 2015 y Atenas deberá acelerar algunos planes esenciales que hasta ahora no han dado resultados: liberalizaciones, privatizaciones y lucha contra la evasión.

Samarás juró como primer ministro a primera hora de la tarde y dijo que con «patriotismo, unidad nacional sin fisuras y con la ayuda de Dios», espera sacar al país de la crisis y dar «una esperanza tangible» a los griegos. La ayuda de Dios es probablemente la parte más fácil, y además estaba en el acto el arzobispo de Atenas, el primado Ieronimos II, prueba del peso de la Iglesia ortodoxa en la sociedad. Las pulsiones fratricidas de la insidiosa política griega, la oposición del segundo partido, la formación de extrema izquierda Syriza de Alexis Tsipras, y la dificultad de levantar un país en el quinto año de recesión hacen dudar de la duración del nuevo Gobierno. Dimar, por ejemplo, ya advirtió ayer de que su apoyo está condicionado a un «gradual» abandono de los acuerdos pactados con la UE.