Dos policías militares vigilan la entrada de la clínica donde permanece hospitalizado Hosni Mubarak. :: MARWAN NAAMANI / AFP
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Egipto se olvida de Mubarak

La batalla presidencial entre Mursi y Shafiq preocupa más que la posible muerte del expresidente

EL CAIRO. Actualizado: Guardar
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«A Gamal Abdel Nasser lo envenenaron, a Anuar el-Sadat le dispararon y a Hosni Mubarak lo han matado en Tahrir. ¿Y quién ha sido el culpable de la muerte de los tres? Los 'ijuán' (Hermanos Musulmanes)». A las puertas del hospital donde el último expresidente egipcio agoniza, el joven Amir Fathi mostraba a todo el que se acercaba ayer un álbum de recortes de prensa y fotografías de su querido Mubarak. Un pequeño puñado de fieles se había acercado a acompañar al antiguo 'rais', que fue trasladado a la clínica en la noche del martes. Pero, para la mayor parte de los egipcios, Mubarak, muerto o no, ya es historia, y la verdadera preocupación es conocer quién va a sustituirle.

Ayer, la comisión electoral revisaba las más de 400 apelaciones que han presentado a los resultados preliminares los dos candidatos presidenciales, el hermano musulmán Mohamed Mursi y el exgeneral Ahmed Shafiq. Los resultados oficiales deberían conocerse hoy. Hasta ahora, ambos aspirantes se han declarado vencedores, pero con una diferencia importante: mientras que la cofradía ha dado a conocer con todo lujo de detalle las cifras, validadas según ellos por los jueces presentes en cada uno de los colegios electorales, la campaña de Shafiq no ha mostrado ninguna prueba.

El silencio oficial sobre la salud de Hosni Mubarak añade más tensión a la montaña rusa en la que se ha convertido la maltrecha transición egipcia. La agencia oficial Mena, a la que generalmente se acude para conocer la postura oficial de las autoridades, daba por «clínicamente muerto» al expresidente en la noche del martes. Desde entonces, la agencia ha guardado silencio sobre la condición de Mubarak, y lo mismo han hecho las autoridades oficiales.

Fuentes de seguridad y médicas han desmentido que el exmandatario haya fallecido, y la versión principal que circulaba entre la prensa local era que Mubarak estaba en coma y que su condición era «crítica». «Las próximas 72 horas serán cruciales, pero aún podría sobrevivir», dijo una fuente médica al diario 'Al-Ahram', y añadió que, en este escenario, es posible que Mubarak no recupere todas las capacidades físicas e intelectuales. Según su abogado, Farid el-Dib, Mubarak respondía bien al tratamiento que ha recibido, y dijo a Efe que en el sanatorio de la prisión de Tora, donde cumplía cadena perpetua, «los médicos se pusieron nerviosos y no sabían qué hacer», de ahí su traslado al hospital militar del barrio de Maadi.

«¿A quién le importa?»

«Lo siento por él porque es una persona mayor pero, en realidad, ¿a quién le importa ya?», reconocía Mahmud Seif, un votante del exgeneral Ahmed Shafiq. Con la resignación aprendida y practicada durante décadas, este taxista tenía cada vez más claro que su voto había servido para poco. «Salga Shafiq o Mursi, al final es la junta militar, (el mariscal) Tantaui, quien será el verdadero presidente de Egipto», señalaba Seif.

Las enmiendas constitucionales con las que los militares han blindado su poder y su independencia son más preocupantes para muchos egipcios que lo que ocurra con un hombre que, para muchos, murió el 11 de febrero de 2011, el día en que fue obligado a dimitir. «Mubarak está acabado. Su muerte ya no es relevante, la verdadera batalla se libra ahora entre la revolución, los Hermanos Musulmanes y la junta militar», explica Ashraf el-Sherif, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Americana de El Cairo. Para el analista, si no se ha informado oficialmente del estado de salud de Mubarak, no hay que intentar buscar razones más allá, «es la forma en la que el régimen gestiona todos los temas burocráticos, con una absoluta falta de transparencia y sin importarle si con ello se crea confusión o se desatan rumores».

Después de la demostración de fuerza que la hermandad musulmana desplegó en la plaza Tahrir el pasado martes, muchos egipcios temen que las protestas vuelvan a las calles si la comisión electoral sorprende hoy anunciando una victoria de Shafiq. Más de 3.000 policías y soldados fueron desplegados en las inmediaciones del Canal de Suez, según la prensa local, y varios testigos presenciaron el mayor aumento de tropas a las afueras de El Cairo desde la revolución que tumbó a Hosni Mubarak, hoy en su lecho de muerte.