El Rey da su apoyo a los pescadores gaditanos ante al acoso de Gibraltar
Don Juan Carlos, vestido de capitán general, visita Algeciras en un clima de tensión con las autoridades del Peñón
MADRID.Actualizado:Con uniforme de capitán general del Ejército y sin muleta, aunque sin poder disimular la cojera a causa de su lesión de cadera. De esta forma el Rey hizo ayer una visita relámpago a Algeciras para reconocer la labor de la Guardia Civil en la lucha contra el narcotráfico y el control de fronteras. Como marcaba la apretada agenda oficial, el Monarca aprovechó sus apenas tres horas de estancia en la zona para inspeccionar las instalaciones del Instituto Armado y el buque insignia de su servicio marítimo, el 'Río Segura', uno de los tres navíos de los que dispone para el patrullaje oceánico.
En el trasfondo del viaje estaban los recientes encontronazos entre los pescadores gaditanos, arropados por la Guardia Civil, y las patrulleras gibraltareñas, aunque el Gobierno se esforzó en asegurar que la visita real a la zona estaba programada desde hace meses. La tarea de los agentes se ha visto ahora ampliada a labores de escolta de los pescadores que faenan en la bahía de Algeciras y que desde hace dos meses son acosados por la Policía del Peñón para que no faenen en las aguas que tanto España como Gibraltar atribuyen a su soberanía. De ahí que el gesto del Rey con esta visita y su reconocimiento al Instituto Armado deje entrever también el apoyo a las fuerzas de seguridad frente al desafío lanzado por la colonia británica.
El ministro de Defensa, Pedro Morenés, restó importancia desde Santander al hecho de que el Rey vistiera su uniforme de capitán general. «Hay que darle naturalidad a las cosas», afirmó, no sin antes reconocer lo idóneo de la visita de don Juan Carlos a la zona ni negar las tensas relaciones con el Peñón. «Me parece estupendo que el jefe del Estado esté en momentos de dificultades. Me parece fenomenal», recalcó.
Lo cierto es que en las últimas semanas el lenguaje militar ha estado presente en las palabras vertidas desde una y otra parte. Desde España se ha reiterado que la Guardia Civil protegerá con todos sus medios a los pescadores españoles mientras el Gobierno británico ha advertido de que la Royal Navy no permitirá incursiones de ninguna fuerza extranjera en sus aguas territoriales. El ministro principal de Gibraltar, Fabian Picardo, llegó incluso a definir ante la ONU a la Guardia Civil como «fuerza paramilitar».
Gesto hacia los pescadores
Don Juan Carlos aprovechó su presencia en Algeciras para recibir y charlar durante unos 20 minutos con los pescadores damnificados por el cambio de criterio de las autoridades gibraltareñas, que desde 1999 hasta ahora no habían puesto objeción alguna a su presencia en las mismas aguas en las que ahora prohíbe faenar. Los gobernantes de la colonia justifican su cambio de postura en una ley medioambiental que data de 1991 y que prohíbe la pesca con red en la zona. Los afectados entregaron al Monarca una carta en la que expusieron el perjuicio económico que les supone para ellos y sus familias el no poder faenar en la bahía de Algeciras. «Trabajaremos y os apoyaremos» fue la respuesta que recibieron del jefe del Estado, al que sus interlocutores calificaron de «muy receptivo».
La agenda del Rey fue modificada a última hora para que pudiera conocer en persona las demandas de los pescadores, algo que inicialmente no estaba previsto y que supuso días atrás una dura crítica hacia el Monarca de la alcaldesa de la Línea, la socialista Gemma Araujo, quien calificó de «sonado error» no recibir a aquellos que más están sufriendo por el enfrentamiento con Gibraltar.
Los pescadores se encuentran a la espera de celebrar la próxima semana una tercera reunión con las autoridades gibraltareñas para desbloquear la situación. En este sentido, las autoridades españolas han mantenido desde el inicio de la crisis que las negociaciones se desarrollasen a menor nivel y sin la participación de los Gobiernos de Madrid y Londres. Sin embargo, ayer los pescadores insistieron en solicitar ayuda al Ejecutivo para solucionar un problema «que no es medioambiental, sino político» y del que tiene buena parte de culpa la «prepotencia» del ministro principal, Fabian Picardo.