Mariano Rajoy charla con los periodistas en el vuelo entre Los Cabos y Río de Janeiro. :: DIEGO CRESPO / EFE
Economia

Rajoy, a contracorriente

Los dirigentes europeos y de Estados Unidos quieren que formalice de inmediato la solicitud de rescate para la banca española Niega las evidentes presiones ejercidas por Obama, Merkel y Hollande

RÍO DE JANEIRO. Actualizado: Guardar
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Mariano Rajoy mantiene contra viento y marea que ninguno de los líderes políticos que participaron en el G-20 apremió a España para que formalizase la petición de rescate de la banca. Una firmeza que se diluye ante la contundencia de las declaraciones de Barack Obama, Angela Merkel o François Hollande, que dejan claro que sí, que la comunidad internacional considera que la falta de definición del Gobierno español es uno de los principales factores de inestabilidad financiera.

El presidente, que ayer participó en la Cumbre Río+20, insiste en que España es la principal interesada en recibir la línea de crédito de hasta 100.000 millones de euros que el Eurogrupo se ha comprometido a facilitar a los bancos españoles. Su argumento es que, hasta que las dos auditorías independientes no hagan público su diagnóstico y apunten cuánto dinero necesitarán las entidades españolas para su recapitalización, el Gobierno tiene las manos atadas.

Esta cifra se conocerá hoy mismo, con lo que diversas fuentes apuntan a que la solicitud formal del rescate podría llegar mañana viernes. Rajoy, en su habitual ambigüedad, ni lo confirma ni lo desmiente. Para el mandatario español, lo realmente importante es que la resolución final del G-20 no refleja esas presiones a España, sino, al contrario, que «da la bienvenida» al plan de recapitalización de nuestros bancos.

Las aparentes contradicciones en el discurso de Rajoy también hacen mella entre sus socios europeos. El presidente español pasó de calificar de buena noticia la línea de crédito concedida a los bancos, con el aval del Estado, a pedir ante el G-20 que la Comisión Europea modificara sus reglas para desvincular el riesgo bancario del riesgo soberano. Se armó tal revuelo en Los Cabos que el propio presidente matizó que se refería a los casos que se plantearán en el futuro y no al rescate español, cuyo mecanismo negocia España con las actuales normas de la UE. También disgustó la puesta en escena de Rajoy tras el acuerdo del Eurogrupo para salir en auxilio de los bancos españoles. El presidente vendió el rescate como una victoria, ya que no tendría contrapartidas macroeconómicas. Partidos políticos griegos apelaron, durante la pasada campaña electoral, a este triunfalismo de Rajoy para reclamar una renegociación de la intervención de su economía.

Las explicaciones de Mariano Rajoy ya no parecen convencer a la comunidad internacional. Barack Obama, durante la rueda de prensa que ofreció tras la conclusión del G-20, destacó que «en los próximos días España evaluará los detalles de su solicitud de apoyo financiero (.) proporcionando claridad para tranquilizar a los mercados sobre la forma, la cantidad y la estructura de la ayuda a aprobar». El presidente de Estados Unidos incidió en la compleja situación de la UE y dio a la resolución de la crisis financiera española un papel predominante en la solución a los problemas actuales del euro.

Angela Merkel, por su parte, reclamó durante su intervención ante la prensa alemana desplazada a la ciudad mexicana de Los Cabos que había apremiado a Rajoy, en nombre del G-20, para que detallara con rapidez y claridad los términos del rescate bancario.

El presidente francés, François Hollande, tiene muchas esperanzas en la cumbre que celebrará mañana en Roma entre Alemania, Italia, España y su país, Francia. Destacó que servirá para «subrayar las convergencias» y «buscar un compromiso» ante el Consejo Europeo del próximo 28 y 29 de junio en Bruselas. Rajoy confía en que en este cónclave se den pasos decididos hacia la unidad financiera y la integración fiscal de todos los países de la UE, lo que permitiría dotar a Bruselas con mecanismos más ágiles para ayudar a los países con problemas de financiación, como es el caso de España.