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Bailando con lobos

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Todavía es posible encontrar lugares donde lo importante no es el rescate, ni la prima, ni el riesgo, donde ni siquiera los valores cotizan en las bolsas donde se nos va la vida, lugares donde la preocupación simplemente lleva un tutú y hace piruetas delante de un espejo. Hay lugares donde lo importante no es el equilibrio de la economía, sino mantener un equilibrio constante entre un brazo y una pierna, entre un cuello y una mano que se estira y se estira hasta el infinito como si fuera posible seguir creciendo más allá de los telediarios, de las noticias, más allá de las listas imparables del paro, más allá de los consejos de ministros, como si hubiera vida al otro lado del espejo. Es un mundo irreal, sí, hecho de giros inesperados, de saltos y sobresaltos, casi tan irreal como el mundo que nos ha tocado vivir, aunque etéreo, un mundo que, en el fondo, no es de este mundo. Un mundo al que no le afectan las subidas ni las bajadas, porque está hecho de sueños, una reserva natural de sentimientos que debería estar protegida en estos tiempos que corren.

Todavía es posible encontrar lugares donde hay niñas que hablan pausadamente de esfuerzo, de superación, de contención, de humildad, de prudencia, de disciplina, de frustración, de todas esas cosas que nos parecen tan horribles cuando nos tocan la cartera en este bosque tan oscuro y tan largo. Pero hay lugares donde todavía las niñas colocan una a una sus vértebras midiendo el peso de sus piernas y envuelven sus pies en cintas de colores para bailar con los lobos. Porque el ballet no es más que un continuo simulacro de la vida, un fluir de subidas y bajadas, de suspiros y lamentos donde nada se puede dejar a la improvisación, aunque lo parezca.

De hormigas y no de cigarras es el baile al que estamos invitados. Tendremos que aprender la coreografía si no queremos estar toda la noche viendo como nadie nos saca a bailar. Contar los pasos de baile y salir erguidos a un mundo que continuamente nos pisotea. Solo persiguiendo los sueños tendremos posibilidad de alcanzarlos. Para que se hagan una idea, apúntese la cita. El viernes, en la Casa de la Juventud, los alumnos de la Escuela de Danza La Tournée -ese lugar donde se construyen sueños a medida- darán una lección de vida, una lección de baile. No se lo pierdan, por si acaso.