BENDITA AGONÍA
España sufre en su test más duro de la Eurocopa para vencer a Croacia, que la tuvo contra las cuerdas antes de que Navas consumara una genialidad
GDANSK. Actualizado: GuardarEspaña sufrió anoche una barbaridad para derrotar a Croacia en el Arena Gdansk en un partido agónico en el que los balcánicos desarbolaron tácticamente en la primera parte a los campeones y les pusieron contra las cuerdas en la segunda, en la que Casillas volvió a demostrar que a día de hoy es irreemplazable. Fue sin duda el test más duro de 'La Roja' en esta Eurocopa, en la que debutó con algunas dudas ante Italia y barrió a Irlanda. De hecho, hubo momentos en que los peores fantasmas del pasado sobrevolaron el estadio por la incertidumbre del empate a cero. Un gol de los ajedrezados hubiera consumado un fracaso impensable por la calidad de la selección de Del Bosque, la gran favorita para revalidar el título. Fue precisamente una genialidad cuando el encuentro agonizaba la que exorcizó los malos espíritus y permitió sumar una victoria que vale el pasaporte para cuartos como líderes de grupo. Serán en Donetsk.
Croacia jugó todas sus bazas a una disposición táctica impecable que mantuvo en jaque a los campeones durante muchos minutos. Atacó poco en la primera parte, con constantes envíos largos al potente Mandzukic, que se las tuvo con Piqué y Sergio Ramos, y poco más.
Pero, cuando perdían el balón, los balcánicos hicieron gala de un repliegue espectacular que dificultó sobremanera la salida de los españoles, ahogados en el centro del campo y sin espacios para desplegar sus esencias. No fue rápida ni vertical la circulación de 'La Roja', que encontraba constantes semáforos en rojo instalados por los hombres de Slaven Bilic, quien confirmó que es un excelente estratega. Ya lo demostró ante Italia y anoche lo corroboró con una pizarra práctica sustentada en el orden que denotaba horas y horas de estudio previo del rival. Tocaba pues remar a contracorriente en un permanente estado de incertidumbre por un marcador muy peligroso.
Sin embargo, España tiene una cantidad de recursos ilimitada. Incluso en un campo minado es capaz de sacar lo mejor de sí misma con envíos precisos que rompen líneas con un solo pase. Lo intentaron una y otra vez Silva e Iniesta. Durante varias fases del encuentro, el manchego del Barça tuvo que abandonar el costado izquierdo para tratar de hacer daño desde posiciones más centradas. El canario del Manchester City, el rey de las asistencias, se movió siempre entre molinos que se convertían en gigantes. Tenían bien aprendida la lección los croatas, que apostaron por frenarle con ayudas de dos y hasta de tres futbolistas para evitar que un regate desequilibrara el sistema defensivo. Pero hasta en un terreno tan hostil, aderezado con algunas entradas a destiempo, es capaz de desenvolverse con soltura el número '21' de la selección, que aprovechaba los huecos que le dejaba Fernando Torres cuando caía a banda.
Pero al margen de destellos surgidos de una calidad infinita, lo cierto es que nunca estuvo cómoda 'La Roja'. No había frescura y la soltura de otras ocasiones solo surgía a ráfagas. Así que, a la hora de partido, Vicente del Bosque realizó una sustitución que dejó a los campeones huérfanos de un '9' puro al quitar a Torres para meter a Navas, recurso que ya empleó ante los italianos y que fue determinante en el nuevo aire que adquirió el equipo. Fue Silva quien asumió el papel del delantero 'oculto'. Para entonces, el choque se había desdoblado y se disputaba en dos estadios. En el Arena Gdansk y a bastantes kilómetros de allí, donde la escuadra 'azzurra' vencía a la República de Irlanda. Es decir, un gol de Croacia mandaba a los campeones a casa. Tuvo una oportunidad inmejorable para hacerlo en un remate de cabeza a bocajarro de Rakitic que Iker Casillas sacó de forma milagrosa. La nueva historia de la selección sería impensable sin él.
Xavi, el socio de todos, como él mismo se define, no estuvo fino, y España lo notó. Vaya si lo notó. El técnico movió otra vez el banquillo mientras los balcánicos se crecían y buscaban ya sin disimulo la victoria. Con el empate estaban eliminados. El esquema era idéntico, pero el rol de falso delantero lo asumió Cesc, bigoleador en los choques precedentes. El mundo giraba al revés. Los ajedrezados movían el balón y los españoles buscaban el contragolpe. Llegaron los nervios. El fracaso sobrevolaba el coliseo con piel de ámbar y a los campeones se les notaba fatigados. Hubo un contraataque favorable de cuatro contra dos que murió en las botas de Busquets por el cansancio. El catalán hizo después un penalti claro a la salida de un córner. Y, de repente, en un fogonazo, Cesc conectó con Iniesta y este se la dejó a Navas para que marcara a placer. Primeros de grupo en una triangulación sublime. Magia en la agonía.