Dívar se despide sin aplausos del Supremo

Apenas dos segundos de aplausos. Y solo los protocolarios por parte del Príncipe o la vicepresidenta del Gobierno y algún magistrado afín. El resto ni ha movido los brazos o directamente miró al techo, como si buscara un nuevo detalle hasta entonces desconocido en los frescos de la sala de plenos del Supremo. La que debería ser la despedida de Carlos Dívar del alto tribunal que preside desde hace cuatro años ha sido muy fría.

La esperada celebración del bicentenario del alto tribunal se ha convertido en un incómodo acto, en el que el presidente, visiblemente abatido y cansado, se ciñó al guión y ha hecho un discurso institucional –casi histórico- en el que no ha tenido cabida la más mínima referencia a la crisis que en el Supremo y en el Poder Judicial han provocado los 23.000 euros de dinero público que endosó a las cuentas públicas por 32 viajes de fin de semana.

Él no ha hablado en público de ese asunto, pero en todos los corrillos que se han formado tras los discursos oficiales de don Felipe y el propio Dívar, el tema ha sido recurrente: el enfado de los magistrados por la insistencia del presidente por alargar su agonía al frente del órgano de gobierno de los jueces y del alto tribunal para poder presidir a toda costa el acto del bicentenario.

Hoy lo ha logrado. Dívar ha recibido al Príncipe a las puertas del Supremo todavía como primera autoridad judicial del país y luego subió la gran escalinata de la sede –quizás por última vez- acompañado del heredero y del ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón y detrás de ellos lo más granado del mundo judicial español e iberoamericano.

Mientras fuera, los funcionarios de Justicia, que se manifestaban en contra de los recortes han aprovechado para dar su último tributo al presidente: “¡Dívar dimite, Justicia no te admite!”.