Hollande acapara todo el poder
Los socialistas franceses logran la mayoría absoluta de una Cámara a la que vuelve el Frente Nacional sin Marine Le Pen
PARÍS.Actualizado:El Partido Socialista, con al menos 312 diputados, logró ayer la mayoría absoluta en las elecciones legislativas que permitirá a François Hollande gobernar Francia sin depender de ecologistas ni comunistas. Los conservadores de la Unión por un Movimiento Popular (UMP) lograrían entre 213 y 221 escaños, según las primeras estimaciones. El ultraderechista Frente Nacional regresó al Parlamento con dos escaños pese al fracaso de Marine Le Pen, su líder. Entre los derrotados en un escrutinio que consagró la polarización de la politíca gala figuran personalidades como los socialistas Ségolène Royal y Jack Lang, el centrista François Bayrou o la conservadora Michèle Alliot-Marie.
El mapa político francés se vio sumergido ayer por una ola rosa. La Asamblea Nacional (Cámara de los Diputados) experimentó un vuelco simétrico respecto a la anterior legislatura. La correlación de fuerzas resultante del escrutinio otorga 344 escaños al conjunto de la izquierda y 227 a las fuerzas conservadoras. Dos representantes centristas, un par de ultras y dos sin etiqueta completan un hemiciclo polarizado.
El gran triunfador del escrutinio fue el Partido Socialista que superó con holgura los 289 escaños que suponen la mayoría absoluta en una asamblea de 577. Con el 54% de los asientos, no llegó a acaparar el 59% de 1981 cuando François Mitterrand conquistó el palacio del Elíseo. Pero nunca desde la fundación en 1958 de la Quinta República por el general Charles de Gaulle un partido ha sido tan poderoso como lo será ahora el socialista en Francia.
La formación alcanza su apogeo histórico pues en 1981 era minoritaria en el Senado y las corporaciones locales. En esta ocasión las huestes del puño y la rosa acaparan la jefatura del Estado, el Gobierno, las dos cámaras parlamentarias, 21 de las 22 regiones metropolitanas y la mayoría de las provincias así como de las grandes capitales, incluida París.
Únicamente escapa a la hegemonía socialista el Congreso, reunión de la Asamblea Nacional y del Senado para introducir reformas constitucionales. La izquierda necesitaba haber logrado 378 diputados para sumar los 555 parlamentarios que representan la mayoría de tres quintos requerida en la aprobación de reformas de la Carta Magna, como el prometido voto de los extranjeros no comunitarios en las elecciones municipales, sin contar con la oposición ni tener que recurrir a la vía del referéndum. Aunque no consumen los plenos poderes, politólogos como Rémi Lefebvre, profesor en la Universidad de Lille, observan que a los socialistas «les acecha lo que en relaciones internacionales se llama el 'síndrome de la hiperpotencia'».
«Traición política»
Derrotada por el disidente Olivier Farloni, Ségolène Royal atribuyó su fracaso en La Rochelle a una «traición política» de un adversario que, según ella, cosechó «más del 75% de los votos de la derecha». El revés de la candidata al Elíseo en 2007 le impedirá cumplir su ambición pactada con Hollande de convertirse en la presidenta de la Asamblea Nacional.
También fue fuerte la decepción de los comunistas del Frente de Izquierdas que perdieron su grupo parlamentario al tener que contentarse con una decena de representantes. En el polo opuesto, los ecologistas tendrán presencia propia en la Cámara por primera vez al sumar una veintena de escaños.
Marine Le Pen, que pidió el recuento de los votos tras salir derrotada, es la cruz del regreso ultraderechista a la Asamblea Nacional. Su sobrina Marion Maréchal-Le Pen se convirtió a sus 22 años en la más joven diputada en un hemiciclo en la que estará acompañada por el abogado Cyril Collard, no afiliado al Frente Nacional.
Como presagiaba la desmovilización récord de la primera vuelta, la abstención rompió un nuevo techo en los anales de las legislativas al rondar el 44% del censo, cuatro puntos más que el precedente hito de 2007 (39,7%). La tendencia a eludir la cita con las urnas se acentúa en cada consulta general desde que en 2002 se redujo de siete a cinco años el mandato del presidente y se invirtió el calendario electoral. La celebración primero de las presidenciales y luego de las legislativas en apenas dos meses provoca cansancio y desmotivación.