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Egipto, sin un ganador claro
La profunda división y la incertidumbre sobre quién será el próximo presidente abren paso a un recuento que se antoja largo y reñido
EL CAIRO. Actualizado: GuardarLa victoria puede depender de unos pocos miles de votos. Los colegios electorales cerraron anoche tras dos días de fatigosas elecciones presidenciales con las mismas incertidumbres y sin un ganador claro para la presidencia de Egipto. El recuento se espera que sea largo y reñido. Con la sociedad egipcia más dividida que nunca, el próximo presidente del país, ya sea el hermano musulmán Mohamed Mursi o el exgeneral Ahmed Shafiq, tendrán ante sí un mandato complicado en el que no podrán esquivar los compromisos políticos.
Dentro de los dos Egiptos que representan los candidatos caben muchas tendencias y realidades políticas en un país complejo y en un momento de su historia tan delicado. Ni la victoria de Mursi significará que el país ha optado por la senda del islamismo, ni un triunfo del ex primer ministro Shafiq indicará una nostalgia de los tiempos pasados. Sea cual sea el ganador, la única certeza al cierre anoche de los colegios electorales es que la junta militar, que ha consolidado su poder, seguirá siendo un actor clave en la transición.
Se espera que el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas enmiende en las próximas horas la declaración constitucional aprobada en marzo del año pasado, en la que detallará los poderes del nuevo jefe del Estado. Sin Constitución, los egipcios han votado sin conocer qué prerrogativas estaban dando al nuevo presidente y, según sostienen los analistas, los militares se han guardado esa carta hasta conocer quién será el vencedor.
Según adelantaron fuentes castrenses a la prensa local, la modificación otorgará a la junta militar el poder legislativo -que ya ostenta de facto desde la disolución del Parlamento el pasado jueves- y el control del presupuesto. Además, se reservará la potestad para designar el órgano que deberá redactar la Constitución, después de que las dos últimas Asambleas Constituyentes se vieran abocadas al fracaso por el intento de los islamistas de monopolizar su composición.
«El próximo presidente no podrá trabajar sin acordar sus políticas con la junta militar, porque cualquier ley que se quiera modificar o sacar adelante tendrá que hacerlo con la connivencia de las Fuerzas Armadas y porque también deberá acudir a ellos para conseguir dinero para implementar cualquier política», explica Mustafá Kemal al Sayed, catedrático de Políticas de la Universidad de El Cairo.
Cuánto poder ejecutivo cederán los militares a finales de este mes, que es cuando habían prometido retirarse, también dependerá de quién gane los comicios. «Si gana Shafiq no creo que tengan problemas en otorgarle prerrogativas, pero si lo hace Mursi creo que la junta militar será más reticente», opina el analista y exdiputado Emad Gad.
Baja participación
En las sedes de las campañas, tanto los colaboradores de Shafiq como los de Mursi se mantenían ayer optimistas y veían a su candidato como ganador. Para los Hermanos Musulmanes, el ex primer ministro «solo puede ganar a través del fraude». Así lo aseguró el coordinador de la campaña del islamista, Ahmed Abdelaati. Ambos candidatos se han acusado mutuamente de haber cometido irregularidades y, a la espera de que el resultado sea muy ajustado, el fraude puede ser el caballo de batalla de ambas campañas. «Si gana Shafiq es más que probable que la cofradía cuestione el resultado en los tribunales y quizás en la calle», aventura Gad, quien no ve tan claro que el ex primer ministro dispute la limpieza de los comicios si sale perdedor.
Tampoco hay fechas, por ahora, para los próximos comicios legislativos. La disolución del actual Parlamento por parte del Constitucional, que ha declarado ilegítima su composición, obligará a un país que empieza a dar síntomas de fatiga electoral a volver a las urnas. Los últimos meses de esta difícil transición han polarizado a la sociedad egipcia, y el desgaste político que ha experimentado los islamistas podría reducir su representación.
La baja participación, probablemente menor del 45% que se registró en la primera vuelta de los comicios, obligó ayer a la comisión electoral a ampliar en dos horas el cierre de los colegios. Las largas colas de ciudadanos sonrientes e ilusionados que se registraron en las anteriores citas electorales se han convertido en la segunda vuelta de las presidenciales en filas moderadas a primera hora de la mañana y en un goteo de votantes a lo largo de estos dos abrasadores días de verano egipcio.