Demasiadas puertas grandes

Llevamos unos días viendo cómo la Puerta Grande se abre con demasiada frecuencia en la Plaza de las Ventas, pasando de ser un coso difícil a un «chollo» donde cortando tan solo dos orejas se puede salir a la calle de Alcalá en hombros. Por eso, ahora los matadores no la huyen sino que la desean y, sobre todo, los de esa segunda fila que pretenden abrirse camino a base de triunfar en la primera plaza del mundo. Bien es verdad que el público ya está harto de salir casi todos los días de la plaza sin haber visto nada, por eso en cuanto ve algo fuera de lo normal saca los pañuelos con verdadera ligereza y convierten a este coso en uno más de nuestra geografía. La Monumental ya no es lo que era hace unos años y el propio Tendido Siete, que era como un tribunal de aprobación, ahora se ha convertido en una descafeinada afición que apenas protesta, ya no la poca presencia de los astados, sino de la concesión de los trofeos que en algunos casos son regalos presidenciales. Mucho más seria veo la plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería sevillana, donde para salir por la Puerta del Príncipe hay que lograr tres trofeos, ya que con dos solamente te permiten salir por la puerta de cuadrillas. En Sevilla también se paladea el toro y se premia lo que de verdad merece la pena.