Un opositor al candidato del antiguo régimen, Ahmed Shafiq, protesta a las puertas Constitucional. :: EFE
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Egipto vuelve al punto de partida

El fallo judicial devuelve el poder legislativo a la junta militar, que lo ostentó desde la salida de Mubarak hasta el pasado febrero El Constitucional disuelve el Parlamento y mantiene a Shafiq como candidato a presidente

EL CAIRO. Actualizado: Guardar
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Dieciséis meses después de que los egipcios obligaran a dimitir a Hosni Mubarak, la transición vuelve a la casilla de salida, y Egipto se encuentra sin Parlamento, sin Constitución y sin presidente. A dos días de los comicios presidenciales, el Tribunal Constitucional disolvió ayer el Parlamento y echó un cabo al último primer ministro del 'rais', Ahmed Shafiq, que podrá concurrir mañana a los comicios que elegirán al próximo jefe de Estado egipcio. La decisión de la corte ha sido descrita por muchos analistas como un «golpe de Estado blando» del poder judicial.

El fallo del Tribunal Constitucional devuelve el poder legislativo a la junta militar, que lo ostentó desde la dimisión forzada de Mubarak en febrero de 2011 hasta la formación del Parlamento un año después. El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, que prometió abandonar el poder a finales de este mes, mantiene ahora mismo en Egipto el poder ejecutivo y el legislativo. El judicial ha sentenciado también a su favor.

Además, desde ayer mismo, el Ejército ha recuperado uno de los poderes que le otorgaba la Ley de Emergencia derogada el pasado 31 de mayo, por lo que podrá detener a civiles por delitos de orden público. La coincidencia en el tiempo de esta decisión del Ministerio de Justicia con la del Tribunal Constitucional ha despejado las dudas a muchos egipcios sobre si es el viejo régimen el que aún mueve los hilos en este país.

La Corte sentenció ayer que la ley que rigió las últimas elecciones legislativas no era constitucional. La explicación se basa en que los partidos políticos presentaron candidatos para el tercio de los escaños reservados a listas abiertas, es decir, a aspirantes individuales. La decisión, que no se puede apelar, afecta sin embargo a todo el Parlamento, dominado por los islamistas y en especial por el Partido Libertad y Justicia de los Hermanos Musulmanes, por lo que se deberán convocar de nuevo elecciones legislativas.

El fallo supone que el presidente que salga de las urnas este fin de semana no solo no tendrá definidas sus competencias -aún no se ha redactado la nueva Constitución-, sino que tampoco habrá un Parlamento que lo controle.

«Todo apuntaba a que el antiguo régimen iba a intentar mantener el poder por todos los medios», señala el analista Ashraf el-Sherif, profesor de Políticas en la Universidad Americana de El Cairo. «Lo que hemos presenciado hoy (por ayer) es un golpe de Estado blando por parte de la Justicia para que la junta militar mantenga el control total del Parlamento, la presidencia y la Constitución», apunta este politólogo.

Ley discriminatoria

Lo único que no ha cambiado con el explosivo veredicto del Tribunal Constitucional son las elecciones presidenciales, que se mantienen para mañana y pasado y que enfrentarán a Shafiq con Mohamed Mursi, el candidato de los Hermanos Musulmanes, los más afectados por la decisión judicial de disolver el Parlamento. La Ley de Aislamiento Político aprobada por el legislativo, con la que se quería expulsar de la carrera presidencial a Ahmed Shafiq, fue declarada inconstitucional por la Corte. «Según el artículo 7 de la Constitución, todos los egipcios son iguales ante la ley, no pueden ser discriminados, y esta ley era discriminatoria, se había redactado contra un individuo en concreto», explica a este diario el juez Amir Ramzy.

El ex primer ministro celebró la decisión del Tribunal en una conferencia ante un nutrido grupo de seguidores, en la que no pudo ni quiso disimular un aire presidencial. «La decisión del tribunal es histórica», dijo Shafiq, quien habló durante casi una hora ante su subyugada audiencia con un tono más parecido al de un triunfante discurso de investidura como sucesor de Mubarak que al de un cierre de campaña electoral.

El fallo del Constitucional egipcio plantea un sinfín de interrogantes. El primero y quizás más importante de todos es si la disolución del Parlamento permitirá la transferencia de poder que la junta militar prometió llevar a cabo a finales de este mes. Una de las posibilidades es que entregue el poder ejecutivo al nuevo presidente y mantenga el legislativo hasta la elección de un nuevo Parlamento. La Asamblea Constituyente, que fue elegida por los diputados esta misma semana, queda también en el aire.