David Cameron niega conspiraciones con Murdoch
El primer ministro ofrece una visión edulcorada y amnésica de sus relaciones con el conglomerado mediático
LONDRES.Actualizado:David Cameron compareció ayer ante el juez Brian Leveson, que preside una comisión que ha de hacer recomendaciones sobre la regulación de las actividades de la prensa. Remataba a una galería de gobernantes activos o retirados que esta semana han ofrecido su testimonio sobre las relaciones de los políticos con los periodistas y las empresas mediáticas.
Leveson debió ofrecer al primer ministro además de la Biblia para el juramento algún remedio para la amnesia. Ha sido acusado de ser un jefe de Gobierno diletante, que no pasa las horas del día y de la noche buscando comas problemáticas en proyectos de ley. Se descubrió ayer que tampoco recuerda muchos detalles de lo que ha hecho.
Los educados en el colegio de Eton se distinguen por el sentimiento de seguridad en sí mismos y son a menudo buenos oradores. Cameron fue ayer un digno pupilo. Si esta encuesta es uno de los desenlaces del descubrimiento de que se cometieron múltiples delitos en el ya cerrado 'News of the World', el primer ministro presentó sus relaciones con sus directivos como la cosa más natural del mundo.
¿Contratar a Andy Coulson, exdirector de un periódico de fútbol, crimen, sexo de papel y famosos como responsable de comunicación del Partido Conservador y luego del Gobierno de su Majestad? Gente de su entorno tenía reservas por la agresividad de ese tipo de rotativos pero, como Coulson dimitió cuando saltó el escándalo, le dio una segunda oportunidad. Y fue muy bueno.
La amistad con Rebekah Brooks, que ha sido procesada penalmente, nace de que son vecinos en sus casas de campo y de que su marido, también procesado, es un viejo amigo, con el que jugaba partidos de tenis. Brooks le enviaba mensajes al teléfono móvil en los que le decía: «Estamos juntos en esto» cuando trabajaba como consejera delegada para el magnate Rupert Murdoch.
Con éste y con su hijo, James, se vio a menudo porque un político se ve con propietarios de prensa para convencerlos de las bondades de su partido y su programa. Los Murdoch querían comprar todas las acciones de la televisión BSkyB, pero hablaban de otras cosas. El joven James es al parecer hombre de entusiasmos. Le gusta la defensa. «¿Querría seis portaviones en vez de dos», contó Cameron.
Y, cuando el ministro liberal que tenía que decidir sobre BSkyB fue entrampado y metió la pata alardeando ante dos falsas votantes sobre cómo podía fastidiar la compra de Murdoch, Cameron pasó la competencia a un ministro de su partido, su amigo Jeremy Hunt, que se había manifestado en favor de los Murdoch. ¿El nombramiento? «Algo perfectamente sensato, racional y simple», dijo el líder.
Ayer el 'Daily Mail', también conservador, definía a David Cameron como alguien 'poco de fiar', pedía la dimisión de Hunt y un plan alternativo para que la economía crezca. Al bienestar natural del primer ministro se le ha revuelto otro flanco.