Armisticio sobre el césped
Dzagoev adelantó a los rusos, de cabeza, y 'Kuba' firmó la igualada con un zurdazo desde la frontal Polonia y Rusia firman un empate que deja a ambos equipos con opciones de clasificación
VARSOVIA. Actualizado: GuardarTras una jornada del altísimo riesgo, con refriegas entre las hinchadas en la llamada segunda batalla del Vístula, resulta que los jugadores polacos y rusos sellaron al final un justo empate que les mantiene vivos. Una especie de paz transitoria. Los de Advocaat se mantienen líderes de grupo y les basta un simple empate ante Grecia para competir en cuartos, y los anfitriones disputarán un duelo a vida o muerte ante los checos, en Wroclaw. Deben ganar, pero dependen de sí mismos y esa será otra batalla. De momento, resisten gracias al empuje de unos jugadores abnegados que hicieron suyo el «Polonia no está muerta, mientras estemos vivos» que reza la Mazurca Dobrowski, su himno.
El ambiente en el estadio Nacional de Varsovia se cortaba con un cuchillo. En comparación con la tensión latente en este partido, lo de los 'clásicos' entre Barça y Madrid es un cuento de hadas. A lo largo de la mañana y primera hora de la tarde, se respiraba un buen ambiente en el centro de Varsovia. Ambas aficiones compartían cerveza en aparente armonía. Pero el alcohol, la cercanía del partido, la marcha rusa celebrando el 'Día de la Independencia' y la respuesta violenta de los hinchas polacos desataron las hostilidades.
En el interior del recinto, el griterío era ensordecedor, y más en un campo hermético donde no corre el aire. En los prolegómenos, en el fondo ocupado mayoritariamente por los rusos se desplegó un bandera enorme en la que se veía a una especie de gladiador el enorme lema en inglés de 'This is Russia'. El resto del campo, enardecido, se lo tomó como una provocación y sacó su orgullo al grito de ¡Polska, bialo czerwoni! (Polonia, blanca y roja).
El fútbol toma la palabra
Lo mejor era que rodara por fin el balón y que el juego enfocase las miradas de unos y otros. El fútbol tomaba la palabra. Una lucha entre la mayor calidad indudable de los rusos, quizá también más fríos, y un bloque polaco al que le falta fútbol, salvo ese trío del Borussia Dortmund que integran el lateral Pisczcek, el volante 'Kuba' y el ariete Lewandowski, pero le sobra ardor pese a que algunos jugadores han sido criticados por supuesta falta de patriotismo.
A base de empuje, de garra, de determinación, de voluntad y de sacar esos atributos de «debajo de los pantalones» de los que habló en la víspera el capitán, Polonia acosó al grupo de Advocaat en el arranque. Y de forma paulatina, el toque se impuso al músculo. Como casi siempre. Arshavin, uno de los mayores talentos que ha dado el fútbol ruso pero tan intermitente y apático que acabó en el Arsenal con la paciencia de Wenger, daba sensación de peligro cuando recibía escorado hacia la derecha. Kerzhakov, ese delantero que fracasó en el Sevilla y se ha reencontrado en el Zenit, la base de la selección, traía en jaque a la zaga local. El gol ruso fue como un golpe con una barra de hielo para los polacos. Llegó fruto de una acción fatal defendida por la zaga. Se veía venir desde justo antes de que Arshavin golpeara el balón en la falta. En lugar de salir hasta la raya del área, la defensa se quedó, dudó y permitió emerger a Dzagoev, listísimo, para peinarla y firmar su tercer gol en el campeonato.
Advocaat había repetido el mismo once que goleó a los checos. Una señal de seguridad. Smuda, muy criticado por no refrescar a su gente durante el choque ante los griegos, donde solo hizo el cambio obligado por la expulsión del portero Szczesny, introdujo apenas un par de modificaciones insustanciales. Sí porque lo del guardameta era obligado y entre Dudka y Rybus, mero cambio de cromos.
Con 0-1 y al contragolpe, Rusia tenía el partido en su mano. Desde lo alto del estadio, se veía a Polonia completamente partida. Murawski, un esforzado mediocentro del Lech Pozna, se veía impotente para frenar la salida de los 'rojos'. Hubo una contra de cuatro para tres que se quedó en anécdota por un error de bulto en el último pase. En la jugada posterior, llegó el empate. 'Kuba', sí, el mismo, el de los atributos, recogió un balón, avanzó y lanzó un obús imposible para el portero. Con el empate llegaba una pequeña tregua y el partido volvía a cerrarse. Lo intentó algo más Polonia, pero a base siempre de tiros lejanos y muy desviados. Al final, hubo una especie de armisticio en el campo. Guerra y paz, como la novela del escritor ruso León Tolstói.