LA 'DESAZÓN'
Actualizado: GuardarCuando las cosas se complican, y ahora lo están de manera endiablada, lo más sensato es analizarlas con sencillez, ir a lo esencial y aplicar el sentido común. No siempre se acierta, pero junto al fracaso en la predicción nos queda el consuelo de la razón. Hagamos la prueba y resumamos la cuestión que nos ocupa en estos convulsos días. Lo primero es reconocer que tenemos muchos problemas y uno de los principales reside en el sistema financiero. ¿Por qué? Pues, principalmente, porque los bancos y, sobre todo, las cajas de ahorros han participado de la fiesta inmobiliaria desde la primera fila del patio de butacas. Han financiado la compra de terrenos y la construcción de viviendas a unos precios que la crisis ha reducido a la mitad, como poco. Partimos de esa cruda realidad, pero no cabe duda de que hoy estamos mejor que hace una semana. Tenemos el mismo problema, que no ha desaparecido ni está solucionado, pero disponemos de, nada menos que, 100.000 millones que nos presta Europa. Además, lo hace a unos tipos de interés desconocidos por el momento, pero que serán sensiblemente más bajos que los obtenidos en el mercado. Hay que devolverlos, ¡por supuesto!, y estarán condicionados, ¡faltaría más! Pero no esperamos condiciones mayores o más graves de las que hemos adoptado y/o tendremos que adoptar en cualquier caso, con respecto al mercado laboral y a las pensiones, por poner dos ejemplos de los más controvertidos.
¿Será suficiente? Pues eso nadie lo sabe. Si empezamos a crecer, aunque sea poco a poco, si el mercado se recupera y la actividad renace, la historia demuestra que, entonces, los precios se recomponen. En ese escenario, el dinero puesto a disposición del sistema será suficiente y los receptores podrán devolverlo. Por el contrario, si seguimos atascados y corroídos por la recesión, entonces los precios bajarán aún más, el dinero no llegará para tapar todos los agujeros y no podrán (quizás sea mejor decir «no podremos») devolver el dinero recibido.
De momento los mercados nos dieron ayer una ducha escocesa. Empezaron el día con la reconfortante calidez de unas subidas importantes de la Bolsa y unas bajadas relevantes en la prima de riesgo; para terminarlo con el insoportable frío de una vuelta a las andadas. Dios mío, ¡qué desazón!