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Los intereses de Alemania

ENRIQUE VÁZQUEZ
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En los últimos días -casi en las últimas horas- se registran, servidas con cuentagotas, informaciones que apuntan a una flexibilización de la posición alemana sobre lo que se ha dado en llamar, por conveniencias prácticas y economía de medios, 'crisis del euro'. Son bien recibidas y deben ser vistas como útiles para los países más afectados por la crisis, como España. Pero es útil subrayar que son igualmente, o principalmente, útiles y razonables para Alemania, que empieza a constatar, como escribía el colega Stefan Kaiser el martes en 'Der Spiegel', que «a fin de cuentas la economía alemana es también vulnerable». No es aventurado suponer un debate en el interior del Gobierno alemán y se puede creer que el socio liberal, un partido literalmente cosido al empresariado y que recibe tradicionalmente la cartera de Economía en los Gobiernos de coalición, presiona en la buena dirección.

El índice que mide la confianza, IFO por la sigla alemana, una brújula segura para las empresas, cayó por vez primera en seis meses y hay explicaciones puramente técnicas para ello: en mayo se han vendido un 17% menos de automóviles que hace un año y la exportación de coches ha caído un 13% en esos doce meses. Asimismo, la Bolsa bajó un 16% durante dos semanas y conoció en mayo un comportamiento errático.

No es preciso ser un economista para comprender que cuesta mucho más vender algo a vecinos empobrecidos y una potencia exportadora neta, como Alemania, lo percibe antes que nadie. Y hay también en el escenario factores políticos netos, y no solo en la oposición socialdemócrata (SPD) que empujan en una dirección que, entre otras cosas, aliviaría lo que es un problema potencialmente serio para Berlín: su soledad, por no decir, aunque se dice abiertamente, su aislamiento en la eurozona y la impopularidad de su conducta en Washington.

Así pues, cuando se oiga que Alemania 'cede' debe pensarse, sobre todo, en que hace, sencillamente, lo que le conviene a medio plazo, que no es una brutal cura de austeridad. En este contexto es preciso reconocer que la canciller Merkel es más flexible de lo que parece y que están de más las idioteces del tipo la 'bruja Angela' y otros insultos fuera de lugar.

Berlín busca afanosamente que se refrende a nivel UE el pacto fiscal que, por cierto, es bueno en principio y no debe ser recusado sin más. Con Berlín hay que ser también didáctico: ¿es razonable que se oponga a una política económica que el Europarlamento pidió hace dos semanas por 487 votos contra 152 y 46 abstenciones? Con todo, lo más útil es que doña Angela termine de hacer lo que ha empezado. porque lo tenga por lo mejor para su país y para evitar males mayores. Al fin y al cabo el artículo de Kaiser se titulaba 'El fin de las ilusiones de Alemania'.