Los enfrentamientos en la frontera entre Líbano y Siria dejaron ayer un muerto. Arriba, el primer ministro, Riad Hijab. :: M AZAKIR / REUTERS
MUNDO

El-Asad cambia la cara de su Gobierno

Rusia propone una cumbre con todos los actores internacionales con intereses sobre el terreno, incluidos Irán y Turquía

DAMASCO. Actualizado: Guardar
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Riad Hijab será el responsable de formar el nuevo Gobierno sirio encargado de lidiar con la revuelta que sufre el país desde hace 15 meses. El presidente ha apostado por un hombre fuerte del partido Baaz nacido hace 46 años en Deir Ezzor, una de las provincias con importante presencia opositora. Su carrera política está marcada por su labor de gobernador en Qneitra y Latakia, de donde dio el salto al sillón de ministro de Agricultura en febrero de 2011 como parte del nuevo equipo introducido por El-Asad para intentar calmar las primeras protestas. Pese a la convulsa situación en el país, en el último año y medio «ha viajado por todas las provincias del país ganándose la fama de persona cercana al ciudadano», según funcionarios que han trabajo con él.

El nombramiento fue recibido de forma desigual entre leales y opositores. «Puede traer cambios porque ha demostrado ser una persona muy activa a la que no le gusta pasar mucho rato en el despacho», opina Anas al-Jazayri, director del Observatorio para las Víctimas de la Violencia y el Terrorismo. Esta entidad es la respuesta nacional al Observatorio Sirio de Derechos Humanos, el órgano con sede en Londres para informar sobre las muertes y choques que se producen a lo largo del país y cuyos informes publica a diario la prensa occidental. Según indicó esta fuente opositora ayer al menos 35 personas perdieron la vida en distintos enfrentamientos en los que el Ejército habría usado por primera vez helicópteros para reducir a los milicianos del Ejército Libre Sirio (ELS) en la provincia de Latakia.

En sus ocho meses de existencia, el Observatorio para las Víctimas de la Violencia y el Terrorismo ha sido la única organización siria que se ha atrevido a condenar el exceso de violencia empleado por las fuerzas de seguridad y reunió pruebas para acusar a agentes del orden de «abrir fuego contra manifestantes desarmados», señala Anas, quien lamenta que «Occidente ha apostado por el bando enemigo del régimen de forma ciega. El Gobierno no es inocente y hay hombres que han matado civiles, pero parece que los insurgentes tienen total impunidad».

Una opinión compartida por Rusia, cuyo ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, hizo un llamamiento para una nueva cumbre sobre Siria «entre los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y la Liga Árabe, pero también con Irán y Turquía», es decir, todos los actores que tienen influencia directa sobre las dos partes en conflicto.

El-Asad sigue con su agenda particular de reformas como si no pasara nada. Tras las elecciones del 7 mayo se ha formado un nuevo parlamento en el que ha repetido una mínima parte de los diputados de la vieja guardia, pero donde el partido Baaz sigue ostentando la mayoría absoluta.

La designación de Hijab como primer ministro es para los opositores una medida gatopardista a la que apenas prestan atención «porque aquí quien manda de verdad son las fuerzas de seguridad y los servicios de inteligencia», sentencia Magid Niwazi, representante del Partido Nacional, una de las fuerzas recientemente legalizadas, y para quien «el primer ministro viene precedido por la fama de ser competente, pero lo importante será que forme un buen Gabinete y que les dejen trabajar».

«Un gran mentiroso»

Una de las diferencias entre la Siria anterior y posterior a la revuelta es que con las fuerzas de seguridad pendientes de sofocar la crisis «ahora tenemos la oportunidad de decir cosas que antes estaban prohibidas, somos libres para criticar y hacer oposición política dentro del país», señala el escritor Nabil Fayad, miembro fundador del movimiento a favor de una Siria laica y presentador del programa 'Tabú' en la radio Cham FM, un espacio que se ha convertido en un fenómeno de las ondas ya que cada viernes durante dos horas critica duramente a figuras religiosas como el profeta Mahoma, «un gran mentiroso», según Fayad.

Las autoridades tratan de mantener la imagen de normalidad en ciudades como Damasco, pero el miedo atenaza a unos ciudadanos preocupados por las explosiones cada vez más próximas, las noticias de secuestros y los rumores diarios de matanzas que se han apoderado de las calles del país sirio, atrapados en el fuego cruzado real y de propaganda entre los dos bandos y que son las principales víctimas del bloqueo económico de la comunidad internacional.