Rajoy se bate ante la UE para mantener las riendas de la economía
Sáenz de Santamaría se queja de que «es malo acostumbrarse a vivir en una especie de apocalipsis diaria»
MADRID. Actualizado: Guardar«El Gobierno está planteando algunas batallas en Bruselas», esbozó Mariano Rajoy el martes en el Senado. La principal, evitar no ya el rescate sino atajar que se extienda la sensación de que España se encuentra en la misma difícil situación que vivieron en su día e incluso viven hoy Irlanda, Portugal o Grecia. Una comparación que rechaza de forma rotunda el Gobierno, que reclama que se pondere en su justa medida su compromiso con la reducción del déficit y el intenso programa reformista y de recortes del gasto que ha puesto en marcha en cinco meses y medio.
La agenda oficial del presidente del Gobierno recoge una ínfima parte de los contactos que ha mantenido en las últimas semanas con líderes europeos para buscar las fórmulas que permitan al Banco Central Europeo auxiliar a las entidades financieras españolas sin necesidad de que medie el Estado. De otra manera, España perdería el control de las decisiones en materia económica. Rajoy batalla por dejar claro que nuestro país no necesita un rescate, sino mecanismos más ágiles de solidaridad. «La mayoría de las conversaciones que Rajoy mantiene con (Angela) Merkel o con (Jose Manuel Durao) Barroso no trascienden», explica uno de sus colaboradores, que defiende este sigilio porque se trata de una negociación en toda regla, con los consiguientes tira y afloja.
El jefe del Ejecutivo, según estas fuentes, habría hablado en las dos últimas semanas en varias ocasiones con la canciller de Alemania, el presidente de Francia, François Hollande, y el primer ministro de Italia, Mario Monti, y con los máximos responsables del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, y de la Comisión Europea. Rajoy juega una complicada partida de ajedrez en el tablero de la UE. El Gobierno español mantiene de manera oficial que no ha pedido ningún tipo de rescate a Bruselas, mientras la Comisión Europea niega que esté pergeñando una posible intervención de los bancos españoles. Pese a ello, los principales periódicos europeos abrieron ayer sus portadas con informaciones que indicaban justo lo contrario. Un 'amarillismo' económico que la Moncloa quiere evitar a toda costa. «Un comisario europeo me dijo que cada día tiene a la puerta de su despacho a cuatro periodistas griegos, cuatro portugueses y cuatro españoles haciéndole preguntas sobre sus países sin tener nada nuevo que contar», lamenta una portavoz de la Moncloa.
Lo cierto es que altos responsables de la Comisión Europea o del BCE sí plantean abiertamente la necesidad del rescate. Una postura que alienta las dudas sobre la economía española y sacuden tanto al IBEX 35 como a la maltrecha prima de riesgo. El ministro de Economía, Luis de Guindos, juega otro papel clave en la defensa de la tesis de la solidaridad y pasa ya más tiempo fuera de España que dentro. Berlín, Bruselas y París han sido sus destinos en las últimas 48 horas. El presidente del Gobierno, al que un senador de su partido le pidió que explicase en horario de máxima audiencia televisiva sus últimas decisiones, volverá a comparecer hoy ante los medios de comunicación. Lo hará junto al primer ministro de los Países Bajos, Mark Rutte.
Serenidad
Rajoy se esfuerza por mantener y transmitir serenidad a sus ministros y al PP, como hizo el martes con los miembros del grupo popular en el Senado. Dirigentes populares reconocen que si Rajoy no gozase con la abrumadora mayoría absoluta que tiene en el Congreso, la situación política interna sería más complicada. «Es el Gobierno con mayor respaldo parlamentario en todo el sur de Europa», recalcan portavoces gubernamentales.
Dos aspectos en los que incidió ayer Soraya Sáenz de Santamaría. «Es malo acostumbrarse a vivir en una especie de apocalipsis diaria», indicó la vicepresidenta del Gobierno durante la presentación de un libro. La número dos del Ejecutivo subrayó que una de las «fortalezas» de España es la «estabilidad política y parlamentaria» con un horizonte de cuatro años, algo que ahuyenta «fantasmas» y asuntos «que recurrentemente vuelven».
La vicepresidenta se mostró convencida de que España superará la actual situación como en anteriores ocasiones porque es el «mismo pueblo», aunque ahora esté «fortalecido por haber aprendido la lección de tener siempre los pies en la tierra» y «actuar con modestia».