Ilusión de alivio
La integración fiscal y bancaria europea no disipa las necesidades de capitalización y de ajuste presupuestario para España
Actualizado:El vértigo generado por una semana en la que España parecía bordear el abismo del rescate poniendo en peligro el futuro del euro ha dado paso a un sorpresivo cambio de papeles entre el Gobierno Rajoy y la UE, reclamando el primero una mayor integración fiscal y bancaria europea como marco para solventar las tensiones financieras y disponiéndose la segunda a explorar fórmulas de capitalización directa de las entidades crediticias. La tregua concedida por los mercados durante los dos últimos días pareció invitar a Rajoy a reivindicar por primera vez los 'eurobonos', mientras su postura recibía la ayuda indirecta del G-7 y la más explícita de la OCDE, cuyo secretario general situó las perspectivas de la economía española muy por encima de lo que indica la prima de riesgo. Aunque es prematuro para suponer que nos encontramos ante un cambio definitivo de tendencia en cuanto a las actitudes políticas y al comportamiento de los mercados. No solo porque el alivio que en las últimas horas hayan podido sentir tanto el Gobierno como la sociedad puede resultar fugaz, sino porque sería una temeridad confiar en que nuestros problemas se resolverían de inmediato trasladando su solución a una modificación a medio plazo de los tratados europeos para situar en segundo plano la urgente ayuda que precisa el sistema financiero español. En los próximos días se comprobará si el anuncio de dicho cambio es suficiente para rebajar la tensión de los mercados y propicia el tiempo de estabilidad necesario para que las instituciones europeas perfilen un programa de integración fiscal y financiera. En paralelo a ello queda por ver la magnitud y la orientación de los esfuerzos que Alemania y las economías más desahogadas del euro vayan a acometer para el crecimiento. El Gobierno Rajoy tiene fundadas razones para estar convencido de haber señalado la única salida que le resta al atolladero del euro. Pero la sensación de alivio que procura toda transferencia de responsabilidades -en este caso de Madrid a Bruselas y Berlín- puede resultar engañosa después del empeño puesto en resistirse al rescate del país. Entre otras razones porque el horizonte de la integración fiscal y bancaria europea no podrá eximir al conjunto de las administraciones públicas de un nuevo ajuste presupuestario en el segundo semestre del año.