Hillary Clinton pide esfuerzos a Rusia para alcanzar la paz

Después de una cumbre ruso-europea que ha puesto de manifiesto que el presidente Vladímir Putin no está dispuesto a que el dictador sirio, Bashar el-Asad, corra la misma suerte que Muamar Gadafi o Hosni Mubarak, la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, ha decidido intensificar la presión pidiendo una vez más a Rusia y a China que abandonen su postura numantina, bloqueando resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, y cooperen con la comunidad internacional a fin de detener la sangría en Siria.

El llamamiento lo hizo ayer en Tiflis, la capital de Georgia, en el marco de una gira por la región destinada a impulsar arreglos pacíficos a los conflictos enquistados y promover la democracia. «En EE UU creemos que hay una salida y un futuro y por eso invito a Rusia y China a participar en el arreglo de la situación», manifestó Clinton durante una rueda de prensa. Según sus palabras, «es difícil alcanzar una solución justa si no es endureciendo la presión política y económica sobre El-Asad a la vista de lo ocurrido en los últimos días, especialmente tras la matanza de Hula». La jefa de la diplomacia estadounidense advirtió reiteradamente que la actitud de Moscú y Pekín lo que hace es aumentar el riesgo de guerra civil en Siria.

Pese a que la práctica demuestra lo contrario, Putin aseguró la semana pasada en Berlín que el Kremlin no apoya a ninguna de las dos partes enfrentadas en el país árabe. El viceministro de Exteriores ruso, Guennadi Gatílov, afirmó ayer que la permanencia de El-Asad en el poder no es una condición indispensable para resolver la situación. Horas más tarde tuvo que matizar sus palabras y añadió que las autoridades rusas no mentienen «contactos o discusiones» con otros gobiernos sobre esta materia y que cualquier paso «debe ser resuelto por los propios sirios».

El también viceministro de Exteriores ruso, Mijaíl Bogdánov, afirmó recientemente que la salida aplicada a Yemen es una de las que baraja Moscú. En enero fue propuesta por la Liga Árabe y contempla que El-Asad traspase el poder a alguien del régimen en el que confíe. Después, en el plazo de dos meses, se formaría un Gobierno de unidad nacional encabezado por una figura aceptada por todas las partes.