Una relación marcada por la historia
"Los cuatro somos tataranietos de la Reina Victoria", recordó en una ocasión Isabel II, aludiendo a los lazos parentales que la unen a ella y a su esposo, el duque de Edimburgo, con los Reyes de España
MADRID Actualizado: GuardarHace apenas dos semanas, los Reyes de todo el mundo estaban citados a un almuerzo en el Castillo de Windsor por la reina de Inglaterra, que les invitaba a celebrar sus 60 años de reinado. Aunque doña Sofía había confirmado su asistencia, 48 horas antes del banquete, tuvo que cancelar el viaje a Londres por sugerencia del Gobierno.
Otra vez habían surgido los problemas con Gibraltar, cuyas autoridades habían prohibido faenar en sus costas a los pesqueros españoles. Días antes, Reino Unido también había anunciado que el príncipe Eduardo, hijo menor de Isabel II, visitaría el Peñón con su esposa, entre los días 11 y 13 de junio.
Este anuncio provocó el malestar de las autoridades españolas, que se lo transmitieron al embajador británico, pero hasta ese momento, el Gobierno opinaba que doña Sofía podía asistir al banquete de Isabel II, ya que lo consideraba un asunto privado y familiar, dado el parentesco entre ambas familias reales. Sin embargo, tras la prohibición de la pesca, temía que se produjeran incidentes en el Estrecho, como ocurrió días después, y quería evitar que doña Sofía se encontrara en la situación incómoda de que estos la sorprendieran sentada a la mesa de Isabel II.
Disciplinada y acostumbrada a sacrificarse, la Reina no asistió al almuerzo y dejó incompleta la foto de Isabel II con una veintena de reyes, reinantes y no reinantes, llegados de todos los rincones del planeta. Su ausencia no fue la única, pero sí fue la más sonada.