Miles de velas encendidas ayer en Hong Kong durante el multitudinario homenaje a los caídos en matanza de Tiananmen. :: AFP
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Psicosis en el aniversario de Tiananmen

Nuevas prohibiciones amordazan la Red mientras miles de personas recuerdan en Hong Kong a las víctimas de la masacreEl Gobierno chino dispara la censura en las redes sociales para evitar alusiones a la matanza

SHANGHÁI. Actualizado: Guardar
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Ella: «Cariño, te echo mucho de menos, ¿por qué no vienes esta noche a mi casa?». Él: «Oh, ¿tu marido está en viaje de negocios?». Ella: «No, está haciendo horas extra eliminando 'posts' de las redes sociales, y mañana también estará muy ocupado». El chiste encandiló anteayer a los usuarios de Weibo, el Twitter chino, pero no les ha hecho ninguna gracia a quienes censuran el servicio más popular de microblogs. Así que ayer se apresuraron a borrarlo. Quizá sea porque la broma ha dado en la diana, y porque no era día para el sarcasmo: se conmemoraba el 23 aniversario de la matanza de Tiananmen.

Como cada 4 de junio, navegar por la Red china se convirtió en una sádica tortura. La velocidad cayó en picado y los 'vpn' -servicios que sirven para saltarse la 'gran muralla cibernética'- funcionaron con problemas. El Gobierno había dejado muy claro que no tenía que trascender ninguna información sobre lo que sucedió en 1989. Y, consciente de lo imaginativos que son los internautas del gigante asiático, además de vetar todas las sumas derivadas del 'liusi' -literalmente 'seis-cuatro', cuatro de junio- Weibo introdujo curiosas prohibiciones.

Se llegó a suprimir el 'emoticono' -pequeño dibujo utilizado para expresar emociones- de la vela, usado frecuentemente para mostrar dolor por los muertos. Cuando los internautas se percataron de la censura, sobre todo en Hong Kong, comenzaron a sustituirlo por el que promueve los Juegos Olímpicos de Londres, que también tuvo que ser eliminado de la lista con la que los usuarios pueden llenar de dibujos sus mensajes de 140 ideogramas. Incluso la búsqueda del término 'vela' daba como resultado un mensaje de error.

En un alarde de surrealismo, Weibo llegó incluso a censurar el término 'Bolsa de Shanghái', y todo porque el índice del mercado de valores de la capital económica del país se había dejado 64,89 puntos: 4 del 6 del 89. ¿Demasiada coincidencia? Quizá. Por eso, algunas páginas decidieron cambiar la cifra a un inofensivo 63,85. E inofensivas fueron también las manifestaciones de repudio por la matanza de la plaza más tristemente famosa de Pekín. Porque en la China continental, donde la mayoría de la población desconoce lo sucedido en Tiananmen, ni siquiera las hubo. Y en Hong Kong, donde todavía disfrutan de libertades heredadas de la era colonial británica, los manifestantes se limitaron, como cada año, a encender velas en el parque Victoria.

Pero el juego del gato y el ratón que protagonizan cada vez más a menudo censores e internautas demuestran dos cosas: que los últimos cada vez tienen más interés por hacer oír su voz, y que los primeros ya no pueden cerrar la Red a su gusto. De hecho, ayer algunos especialistas en Internet temían la posibilidad de que Weibo, que cuenta con 300 millones de usuarios -más que Twitter-, decidiese realizar 'labores de mantenimiento' para evitar la andanada de mensajes sobre la matanza. Pero en un país cada vez más interconectado, el remedio habría sido peor que la enfermedad.

Además, ya no es necesario llegar a ese extremo. Porque, desde la semana pasada, Internet en China ya cuenta con unas reglas muy precisas de uso. Fue el pasado día 28 cuando Weibo anunció el nuevo 'carné por puntos' que regirá la red social. Muy sencillo. Cada usuario contará con 80 puntos, y se le irán restando según infrinja las ocho normas básicas del servicio. Si el usuario pierde todos los puntos, su cuenta será cerrada. Afortunadamente, los infractores recibirán una alerta cuando bajen de 60 puntos, y, si se portan bien durante dos meses, volverán a recuperar los 80. Quienes participen en 'actividades de promoción' serán premiados y podrán alcanzar los 100 puntos.

Leyes del ciberespacio

El sistema parecería bastante lógico si no fuese porque las ocho leyes del ciberespacio se pueden interpretar de forma muy subjetiva. Las dos primeras regulan la veracidad del contenido vertido por los internautas: «No difundirás rumores y no publicarás información falsa». Al redactarlas, los censores han debido de tener muy presente a Bo Xilai, el ex secretario del Partido Comunista expulsado en Chongqing y protagonista de la mayor intriga política del país desde Tiananmen. No en vano, han estado circulando rumores sobre posibles relaciones sexuales de pago entre Bo y la actriz Zhang Ziyi -'Tigre y dragón'- en lo que supone el último episodio de una larga serie de informaciones que no se pueden contrastar por la propia opacidad del régimen.

Y como Pekín tiene el monopolio de la mentira, en la normativa deja muy claro también que los internautas no podrán «oponerse a los principios básicos de la Constitución china», «revelar secretos de Estado», o «amenazar el honor de China». Sin duda, el último epígrafe deja gran margen de maniobra a unos censores que también velarán porque no se promuevan «sectas o supersticiones -entre las que bien podrían entrar las de la Biblia o el Corán-». Por si todo esto no fuese suficiente, queda prohibido «convocar protestas ilegales o convocar manifestaciones masivas». Así no se volverán a repetir las concentraciones estudiantiles de Tiananmen. Y como Weibo exige el uso del nombre real para abrir una cuenta, los infractores no tienen escapatoria.