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Una imagen del doctor Shakil Afridi en julio del pasado año. :: AFP
MUNDO

Pakistán se venga de EE UU con el médico de Bin Laden

Shakil Afridi ha sido condenado a 33 años de cárcel por «atentar contra» el país, mientras la Casa Blanca pide su puesta en libertad

MIKEL AYESTARAN
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La operación militar que costó la vida a Osama bin Laden el 2 de mayo de 2011 sigue siendo una herida abierta para las autoridades de Pakistán, que prosiguen con la purga de las personas que ayudaron a la CIA a encontrar al entonces líder de Al-Qaida. El último en la lista de detenciones es el médico Shakil Afridi, reclutado por la Inteligencia estadounidense para llevar a cabo una campaña de vacunación falsa contra la hepatitis B con el objetivo de recoger muestras de ADN de los niños de la casa de Bin Laden.

Afridi permanece encarcelado en Peshawar, pero la justicia no le responsabiliza de cooperar con la CIA, tal y como se informó hace una semana, sino de «atentar contra Pakistán» por sus presuntos lazos con el grupo insurgente Lashkar-i-Islam (LI, declarado ilegal en 2008). Una estratagema legal para contrarrestar la petición de liberación por parte de la Casa Blanca, que considera que el médico «sirvió a los intereses de EE UU, pero también a los de Pakistán», según Hillary Clinton.

El acusado se enfrenta a una pena de 33 años de cárcel y una multa de 2.700 euros «por su simpatía hacia Mangal Bagh, emir de LI, y el trabajo conjunto en actividades contra el Estado». En la sentencia no se menciona su cooperación con la CIA porque «está fuera de la competencia del tribunal».

El médico ha sido juzgado en el marco de la justicia tribal, pero desde Islamabad sus familiares quieren recurrir la sentencia y piden que sea trasladado a otra prisión «porque su vida corre peligro». La novedad del auto es que «no está acusado de cometer actos terroristas, sino solo de tener conexiones con LI». Toda una novedad en una parte del país bajo el control de los grupos insurgentes. El ministro de Información de la provincia de Jaiber Pastunjua, Mian Iftikar Hussain, también pidió el traslado a otra cárcel porque «en el centro de Peshawar hay más de 3.000 presos y de ellos al menos 250 están relacionados con actos terroristas. Ellos podrían atacar a Afridi».

Relaciones deterioradas

Un año después de la 'operación Gerónimo', Pakistán parece más preocupado por detener a quienes cooperaron en la caza de Bin Laden que en desvelar cómo fue posible que el hombre más buscado del mundo viviera durante seis años a las puertas de una academia militar. La muerte del terrorista marcó un antes y un después en unas relaciones bilaterales muy deterioradas en los últimos meses.

Pakistán es un aliado indispensable para planificar el repliegue de Afganistán, pero sigue manteniendo cerradas sus carreteras para los convoyes de la OTAN como castigo por un bombardeo de la Alianza en la frontera que costó la vida a 24 soldados paquistaníes en noviembre del año pasado. Un mes después, Islamabad ordenó a las tropas de Estados Unidos abandonar la base de Shamsi, desde donde lanzaban la mayor parte de sus ataques con aviones no tripulados, unas acciones que también podrían tener los días contados debido al fuerte malestar que generan en la región.