DE LO QUE PUDO HABER SIDO
Actualizado:Estaría bien, ahora que ya no hay manera de recoger la leche derramada, que alguien hiciera un catálogo de sueños malogrados de esos que no llegaron siquiera a convertirse en pesadillas. Confeccionar con ellos un relicario de lo que pudo haber sido y no fue este Bicentenario, o mejor, de lo que nos dijeron un día que sería aunque nunca llegamos a creer del todo porque habíamos ido tantas veces con el cántaro a la fuente que lo más probable era que al final el cántaro se rompiera en mil pedazos y nos quedásemos así, llorando sobre la leche derramada y «sin vestido, sin pollitos, sin huevos, sin mantequilla, sin nata y, sobre todo, sin leche: sin la blanca leche que le había incitado a soñar», que diría Esopo de una manera más hermosa que Samaniego, pero menos explícita que don Juan Manuel quien describió de forma soberbia a doña Truhana «la que puso toda su confianza en una fantasía». Sé que no es sanamente correcto lamentarse, ni siquiera como el protagonista de la última novela de Chico Buarque -¿ven? cuando quiero yo también me pongo muy hispanoamericanista, o como se diga- que precisamente se llama Leche derramada y que transmite la ruina vital de un oligarca viejo y venido a menos en medio de una sociedad confusa y en permanente cambio, como esta ciudad, poco más o menos. No es sano lamentarse por haber perdido algo que nunca tuvimos, porque lo cierto es la alegría dura poco en la casa del pobre y de aquellos fuegos de artificio del mes de marzo ya casi nadie se acuerda.
Eso es lo malo, que tenemos una memoria tan frágil que conviene sacarla a pasear para que se airee. Verán. No hace falta incidir de nuevo en la lista de despropósitos, ni siquiera en esa ciudad imaginada de puentes, castillos, centros culturales, hospitales. No hace falta irse a tan lejos. Si uno coge el folleto que el Consorcio para el Bicentenario y otras hierbas editó hace apenas seis meses y se tiene el tiempo de volverlo a leer, puede jugar perfectamente a aquello de 'encuentra las diferencias', qué se anunciaba por aquellas fechas, qué se ha hecho y sobre todo, qué no se ha hecho, porque aquí sí que se cumple a rajatabla lo del dicho, el hecho y el gran trecho que los separa. Pasando por alto los meses de abril y mayo para no hacer demasiada sangre, según el programa editado, ayer tendría que haberse inaugurado la exposición 'Las murallas de Cádiz', que se cayó hace ¿quién se acuerda?, lo mismo que 'El cañón y la tribuna', la exposición dedicada a la mujer que ha caído esta misma semana. De otras de las actividades anunciadas hay como un 'nunca más se supo', así, eso que se iba a llamar 'Los ciudadanos aman la Pepa' ni siquiera se mencionó en la presentación de la programación oficial del Bicentenario dónde sin embargo, se anunciaron actividades que no estaban previstas o al menos, no previstas de esta manera y suben al cartel, el Festival de Danza, la Semana de la República Dominicana, o la pasarela South 36.32 que este año estará dedicada a Iberoamérica «con una mirada especial a Marruecos», que tienen mucho que ver entre sí, les faltó decir.
En fin, que lo dije al principio, que así con la leche derramada y todo, estaría bien reírse un rato a costa del programa. O aprender, por fin, de nuestros errores. Nos falta práctica, y nos faltan lecturas, también, que todo se aprende en los libros, ya lo decía don Juan Manuel, «señor conde, si queréis que lo que pensáis sea realidad algún día, procurad siempre que se trate de cosas razonables y no fantasías o imaginaciones dudosas y vanas». Y no le faltaba razón.