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Rodrigo Rato, cuando aún era responsable de Bankia, durante la presentación de los resultados de la entidad. :: EFE
Economia

El testamento de Rodrigo Rato

El expresidente dice que «por desgracia» los contribuyentes tendrán que pagar la factura del rescate de la institución Emite un juicio muy crítico sobre el plan de recapitalización de Bankia propuesto por su sucesor

M. J. ALEGRE
MADRID.Actualizado:

Rodrigo Rato celebró que su sustituto al frente de Bankia fuera José Ignacio Goirigolzarri, e incluso apoyó con entusiasmo su nombramiento inicialmente. La situación se ha dado la vuelta en pocos días y el expresidente ha emitido un juicio muy crítico sobre el plan de recapitalización propuesto por su sucesor en la entidad.

Ahora censura que, «desgraciadamente», los 22.000 millones de euros de la factura, a los que califica de «brutal inyección de fondos», vayan a correr a cargo de los contribuyentes, al recaer sobre el Tesoro Público y perjudicar a los actuales accionistas. También cree que esta inyección de fondos públicos puede provocar unas consecuencias negativas para el resto del sector financiero que va a tener unos porcentajes de cobertura muy inferiores a los de la Bankia revitalizada.

De cara a los accionistas, evoca que el grave perjuicio vendrá del efecto dilutivo de la operación, en referencia a las ampliaciones de capital, por entender que va a provocar una «enorme caída» en el precio de la acción. Descenso que se sumaría al desplome ya sufrido hasta la fecha: la acción de Bankia ya está a 1,02 euros, frente a los 3,75 euros que marcó de su salida al parqué en julio del pasado año. En la última semana, el valor de los títulos de la entidad nacionalizada ha retrocedido un 35,03%. En una comunicación distribuida entre los miembros del consejo de administración de la entidad Rato celebra, no obstante, que los fondos solicitados vayan a hacer posible que Bankia tenga «muchos y muy mullidos colchones» ante posibles pérdidas futuras.

Junto a esta valoración general, a Rato y su equipo no le duelen prendas y desciende al detalle, para enjuiciar críticamente, punto por punto, las necesidades invocadas por los nuevos gestores. Explica que una serie de ajustes técnico-fiscales reducen los requerimientos de capital de 22.000 a 19.000 millones de euros. De esta última cifra, unos 3.000 millones van destinados a provisionar créditos fiscales, y en el documento se argumenta que no es cierto que haya un corto plazo para generar las bases imponibles positivas necesarias para recuperarlos -como alegó el auditor-, sino un periodo de 18 años. «Esta provisión de los créditos fiscales es sorprendente», asevera.

Deterioro

Sobre la provisión de la cartera de participadas argumenta que «no siendo un activo disponible para la venta, no tenía que estar contabilizado necesariamente a valor de mercado». Poco tiene que alegar a los 7.000 millones requeridos para sanear las provisiones de los activos inmobiliarios problemáticos y sanos, en cumplimiento de los dos decretos -con fecha de febrero y mayo- que tiene que acatar todo el sector y que, en tiempos de Rato, los gestores buscaron mil y un recursos para hacerles frente.

Otra cosa son los 8.000 millones adicionales, con los que el plan de recapitalización propuesto por Goirigolzarri ensambla una cobertura adicional en previsión de un máximo deterioro del valor de los inmuebles adjudicados, de los créditos a sociedades inmobiliarias y de eventuales impagos de compradores de viviendas y pequeñas y medianas empresas. Ahí surge la posibilidad de 'contagio' al resto del sector. Sugiere el documento que estas demandas pondrán en dificultades a otras firmas, que no podrán alcanzar, por sus propios medios, similares niveles de cobertura.

Rodrigo Rato explica, finalmente, que la corrección en las cuentas del ejercicio de Bankia en 2011 -donde se pasó, en grandes números, de 300 millones de beneficio a 3.000 millones de pérdidas- no responde a correcciones realizadas sobre los números anteriores, sino al cumplimiento de unas provisiones adicionales, derivadas del deterioro del mercado inmobiliario y del crédito, que se manifestaron tras el cierre de las cuentas.

Excesos

En resumen, Rato enjuicia que este plan de capitalización «es magnífico para Bankia y para su nuevo equipo gestor, pues lo que hace es provisionar o dotar las posibles pérdidas derivadas de unas inversiones inmobiliarias excesivas realizadas en el pasado». E insiste en echar las responsabilidades hacia atrás cuando argumenta que las provisiones «por posibles pérdidas futuras tienen su origen en unas inversiones inmobiliarias que se hicieron en el pasado», y que si bien ahora se pueden considerar excesivas, «habría que ubicar en el tiempo».

La crisis de las hipotecas basura, concluye el equipo del expresidente, provocó que se pararan algunas nuevas operaciones inmobiliarias, por lo que los excesos son anteriores a mediados del año 2007, y el consejo de Bankia, constituido en junio de 2011, no tendría que responder de las actuaciones previas a esa fecha.