Apuntes

Mayor contundencia

El anuncio de la Subdelegación del Gobierno de actuar de forma más drástica si hay nuevos actos vandálicos por parte de los trabajadores de Navantia es un acierto

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La decisión del subdelegado del Gobierno de tomar medidas más drásticas en caso de que se repitan los actos vandálicos protagonizados esta semana por los trabajadores de Navantia es, sin duda, un acierto. Los responsables políticos de la provincia no pueden permitir un chantaje que pone en jaque a toda una Bahía. Las reivindicaciones laborales, y más en la actual situación de crisis que vive el país, son perfectamente lícitas y entendibles. Es más, la población gaditana ha dado muestras más que suficientes de su apoyo a la industria de la Bahía, tanto naval como aeronáutica. Desde hace años se viene luchando por el futuro de los astilleros y el gaditano lo entiende y lo apoya. Como hiciera en su momento con Delphi, donde miles de ciudadanos se echaron a la calle para apoyar a los trabajadores despedidos y para pedir que la factoría se mantuviera abierta.

Sin embargo, lo vivido esta semana es otra historia. No son reivindicaciones, es violencia. Es inadmisible que para defender sus derechos colapsen impunemente a miles de personas que se han visto atrapadas en la carretera durante horas sin poder acudir a sus puestos de trabajo, a sus casas e incluso a los hospitales. Y lo que aún queda, ya que los destrozos causados en el carril reversible del puente condenan irremediablemente al atasco tanto para entrar como para salir de la capital en las horas punta de la mañana y el mediodía. Hoy viernes, sin ir más lejos, entrar en Cádiz por la mañana y salir en torno a las dos de la tarde será toda una odisea.

Sin mencionar los graves daños causados al mobiliario urbano, con un coste para todos que era perfectamente evitable. Defender un puesto de trabajo no significa taparse el rostro y destrozar farolas, paneles, medianas y señales de tráfico. Eso es vandalismo y ante ello las fuerzas de seguridad deben actuar como corresponde. Cabe esperar que no sea necesario y todo quede en un episodio de un par de días, pero si los trabajadores insisten en su actitud, lo que debe prevalecer es el bien común, por lo que la Subdelegación, con buen criterio, tomará las medidas «que sean necesarias».