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Benedicto XVI oficia una misa en el Vaticano, flanqueado por el cardenal Tarsicio Bertone. :: REUTERS
MUNDO

El Papa no ve traidores en su entorno

Benedicto XVI reafirma su confianza en Bertone y la cúpula de la CuriaEn su primera intervención sobre el escándalo 'Vatileaks', critica a la prensa por dar una imagen «que no responde a la realidad»

ÍÑIGO DOMÍNGUEZ
ROMA.Actualizado:

El Papa, tal como se esperaba, habló ayer por fin del escándalo 'Vatileaks', la filtración de documentos de la Santa Sede desde enero que desembocó el viernes en el arresto de su mayordomo, Paolo Gabriele. Lo hizo al final de la audiencia pública de los miércoles y también reaccionó dentro de lo previsible, cerrando filas y echando la culpa a la prensa por exagerar. Las «ilaciones totalmente gratuitas» de los medios, opina Ratzinger, «han ido mucho más allá de los hechos, ofreciendo una imagen de la Santa Sede que no responde a la realidad». Pasó lo mismo cuando empezó el escándalo de la pederastia en el clero.

Fueron dos mensajes muy claros en apenas tres frases. Benedicto XVI no ve conspiraciones por ningún lado ni tiene queja de sus «colaboradores más estrechos», léase su secretario de Estado, Tarcisio Bertone, en la picota por su gestión y atacado por un sector de la Curia con las filtraciones. Los papeles y las informaciones de estos días le retratan como alguien que ha acaparado demasiado poder, frena los intentos de limpieza interna y es un desastre de desgobierno que maniobra a espaldas del Papa, que no le podría cesar para no dañar la imagen de la Iglesia católica.

Ante los rumores de una destitución para aplacar la crisis, Ratzinger le sacó la cara, y no es la primera vez. Ya en abril de 2009 cuatro cardenales de peso -Schoenborn, Ruini, Bagnasco y Scola- fueron a la residencia papal de Castelgandolfo para protestar ante Ratzinger por el caos de la secretaría de Estado, pidiendo la cabeza de Bertone, pero el sumo pontífice lo defendió.

Mensaje a los fieles

Benedicto XVI admitió ayer su pesar por lo ocurrido, sin entrar en detalles y en lo que se interpreta como una referencia a la detención de su mayordomo, pero sus primeras palabras fueron para tranquilizar a los fieles: «Los sucesos de estos días, acerca de la Curia y mis colaboradores, han causado tristeza en mi corazón, pero no se ha ofuscado nunca la firme certeza de que, no obstante la debilidad del hombre, las dificultades y las pruebas, la Iglesia es guiada por el Espíritu Santo y el Señor nunca le hará faltar su ayuda para sostenerla en su camino».

Después quiso quitar hierro al asunto, dentro de la línea abierta la víspera por el portavoz vaticano, Federico Lombardi, que hace pensar en un próximo perdón para el mayordomo y el cierre del caso en sordina. Sus abogados ya tienen lista la petición de arresto domiciliario. El Papa, sin decirlo expresamente, quiso borrar la imagen del Vaticano como corte palaciega llena de conspiradores y dividida en bandos: «Se han multiplicado ilaciones, amplificadas por algunos medios de comunicación, totalmente gratuitas y que han ido mucho más allá de los hechos, ofreciendo una imagen de la Santa Sede que no responde a la realidad. Deseo, por esto, renovar mi confianza y mi ánimo a mis más estrechos colaboradores y a todos los que, cotidianamente, con fidelidad, espíritu de sacrificio y en el silencio, me ayudan en el cumplimiento de mi ministerio».

En realidad no han sido algunos medios los que han trazado escenarios conspirativos, han sido todos. Pero con el hermetismo de la Santa Sede es un eterno problema que seguirá abierto. Por ejemplo, varios medios afirmaban ayer que la investigación interna ha identificado ya tres de los 'topos', o 'cuervos', como les llaman en Italia por la firma de unos anónimos aparecidos hace unos meses.

Sin embargo se trata de tres empleados laicos que no viven dentro de los muros vaticanos, es decir, son ciudadanos italianos, y para arrestarlos sería necesaria una comisión rogatoria a las autoridades italianas. Lombardi explicó ayer que aún no se ha llegado a ese punto, ni se se va a llegar, y también adelantó que pone duda que alguno de los cardenales sea interrogado. «Los cardenales responden al Papa», aclaró.