Una admiradora de Assange ondea ayer una bandera con la foto del patrón de Wikileaks. :: EFE / ANDY RAIN
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La defensa de Assange aplaza in extremis su envío a Suecia

El Tribunal Supremo de Londres dicta la extradición del patrón de Wikileaks, pero un enrevesado asunto legal puede evitarla

LONDRES. Actualizado: Guardar
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El Tribunal Supremo de Londres decidió ayer que Julian Assange, patrón de Wikileaks, debe ser enviado a Suecia para que responda de los delitos de los que es acusado, pero la entrega inmediata fue aplazada por los abogados de su defensa, que obtuvieron quince días para presentar una petición de permiso de recurso sobre un aspecto de la sentencia de los máximos jueces británicos.

El caso de Assange desembocó finalmente ante el Supremo como un argumento leguleyo: si la fiscal sueca que había solicitado a Londres su arresto está realmente autorizada para emitir tal demanda. Los siete jueces se dividen en su sentencia, cinco frente a dos, y la mayoría cree que el término 'autoridad judicial' con el que se define en la ley europea a quien está autorizado a pedir la extradición incluye a la fiscal.

Los dos jueces que quedaron en minoría creen que lo que vale es la ley británica que tradujo la norma europea de la orden de arresto, y que allí el concepto de autoridad judicial se limita a la idea de que ha de ser un juez, y no al concepto francés de 'autorité judiciaire' que constaba en la decisión marco de la UE.

Si esta sentencia del Supremo es enrevesada, la inusual petición de permiso de recurso a una sentencia del máximo tribunal británico por la defensa de Assange llevará al patrón de Wikileaks a un paisaje más remoto. Se tratará de debatir si esa aceptación por la mayoría de los jueces del término francés de autoridad judicial es obligada, como dicen ellos, por la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados.

La demanda de extradición fue cursada por la Autoridad Fiscal de Suecia y firmada por Marianne Ny, el 26 de noviembre de 2010. Pedía el arresto de Assange por no haber comparecido cuando se le intentó convocar, personalmente y a través de su abogado en Estocolmo, para colaborar en la investigación de cuatro delitos de los que había sido acusado. Había cooperado con las autoridades inicialmente pero estuvo después ilocalizable hasta emerger en Londres.

Las acusadoras son dos mujeres con las que tuvo relaciones sexuales entre el 13 y el 18 de agosto de aquel año. Ambas las mantuvieron voluntariamente, pero al comentar días después sus encuentros con Assange fueron a la Policía a denunciarlo por algunos aspectos de su conducta sexual -como usar la fuerza, evitar el uso de condones, como se le había pedido-, y finalmente por violación, por penetrar a su pareja cuando estaba dormida.

Assange alegó inicialmente que su persecución formaba parte de una conspiración para enviarlo a Estados Unidos, en la que estarían cooperando algunas autoridades suecas. Su primer equipo de abogados, con el que acabó pleiteando por la enormidad de sus minutas, no estaba especializado en extradición y montó un caso legalmente incoherente pero dirigido a una gran audiencia.

El nuevo equipo se centró en el Tribunal Superior y ahora en el Supremo en los aspectos detallados y áridos que regulan la orden europea de arresto, un convenio entre países de la UE para acelerar los procesos de entrega de personas buscadas por las autoridades judiciales nacionales. El recurso de Assange a la extradición se redujo finalmente a la cuestión de si la fiscal Ny actuó correctamente cursando la orden.

Desde que se entregó a las autoridades británicas, el 7 de diciembre de 2010, Assange ha pasado unos días en prisión y el resto en libertad vigilada, residiendo en la mansión que tiene su amigo Vaughan Smith, excapitán de un regimiento de elite del Ejército británico, en el este de Inglaterra. Ha llevado un brazalete electrónico en la pierna y ha tenido que presentarse diariamente en comisaría para prevenir su fuga.