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Paolo Gabriele, 'Paoletto', el mayordomo del Papa, con el pontífice en una imagen de archivo. :: A. B. / REUTERS
MUNDO

'Paoletto' tirará de la manta

El mayordomo del Papa promete colaborar en los interrogatorios

IÑIGO DOMÍNGUEZ CORRESPONSAL
ROMA.Actualizado:

El mayordomo del Papa, Paolo Gabriele, 'Paoletto', detenido el viernes acusado de ser uno de los 'topos' del Vaticano que han filtrado papeles reservados, ha decidido colaborar con la investigación. Cuando sea interrogado al final de esta semana o principios de la próxima, según anunció ayer el portavoz vaticano, el jesuita Federico Lombardi, dirá lo que sepa para explicar por qué tenía en su casa documentos confidenciales. Es de esperar que aclare el cuadro de implicados, pues no puede haber actuado solo y, además, cabe que haya pecado de ingenuidad o haya sido manipulado. Tras ver a sus abogados anteayer, ha ofrecido una «ayuda amplia, fructuosa y muy positiva», aseguró Lombardi.

El portavoz precisó que el cargo imputado a 'Paoletto' es solo de hurto agravado, y no de atentado a la seguridad del jefe de Estado, lo que le exponía a condenas de hasta 30 años. Esta aproximación suave al caso, muy a la italiana, permitiría cerrarlo en el futuro con la concesión de la gracia del Papa, como señalaban varios medios. «Los niveles de responsabilidad, por tanto, no son extremadamente graves», adelantó ayer Lombardi.

Cabe sospechar que el Vaticano intente ahora cerrar el ajuste de cuentas de puertas adentro, limitando el escándalo a un nivel de responsabilidad laico, sin salpicar públicamente a ningún pez gordo. Entra en el estilo de la casa dar escarmientos de forma discreta cuando pase el temporal sin dejarse condicionar por la presión mediática y los tiempos del mundo real. Tal vez dentro de unos meses algún cardenal o prelado sea enviado a un destino poco agradable sin hacer ruido. También se rumorea sobre un posible relevo del secretario de Estado y personaje central del escándalo, Tarcisio Bertone, en diciembre, cuando cumpla 78 años. Es una figura muy cuestionada y el objetivo de los 'topos', que le acusan de haber acumulado el poder y frenar las reformas internas.

Lo cierto es que hay dos niveles de investigación. Uno, en el que está inmerso 'Paoletto', es el de los tribunales vaticanos, donde ahora empieza la instrucción formal del juez Piero Antonio Bonnet. Después habrá un proceso, aunque antes puede ser puesto en libertad. Sin embargo los cardenales están por encima del bien y del mal incluso para la Justicia de la Santa Sede, pues pueden negarse a declarar. Por eso, en previsión de que haya alguno por medio, el Papa creó hace un mes una comisión de investigación formada por tres purpurados, ajenos a las rencillas internas porque tienen más de 80 años y no entrarán en un cónclave. La preside el español Julián Herranz. Los otros dos son el eslovaco Jozef Tomko y el exarzobispo de Palermo Salvatore De Giorgi. Ellos sí pueden interrogar a sus iguales, ya han tomado declaración a personal y prelados de la Curia y lo siguen haciendo, confirmó ayer Lombardi, aunque desmintió que hayan interpelado a cinco cardenales, como decían ayer algunos diarios. La comisión responde directamente ante Benedicto XVI, que luego tomará las medidas oportunas. «El Papa está constantemente informado», insistió Lombardi para desmentir la idea de que se le oculta lo que ocurre y no se entera de nada.

Una imagen deformada

Tras estos días convulsos, todo transcurrirá en un total hermetismo. En el colmo del surrealismo, hasta los abogados del mayordomo, que en realidad deben pertenecer al reducido grupo de los admitidos a operar en la Santa Sede, anunciaron ayer que su portavoz ante la prensa será... el propio portavoz vaticano, Federico Lombardi: la voz de la víctima y de la acusación también hablará por la defensa. Además, el proceso irá despacio. La comisión cardenalicia «no tiene intención de sentirse bajo presión con tiempos particularmente rápidos», explicó el portavoz.

En la misma línea, el 'Osservatore Romano', el diario vaticano, por fin se enteró ayer de la noticia y cuatro días después abordó la cuestión con una entrevista al sustituto de la secretaría de Estado, Angelo Becciu. Sobre el mayordomo, también dejó caer que «claro, prevalece en el Papa la piedad por la persona involucrada». Pero fue severo con el escándalo, que considera «un acto inmoral brutal y de una gravedad inaudita». «Cuando un católico habla al Romano Pontífice tiene el deber de abrirse como si estuviera delante de Dios», opinó, y por eso violar esa relación privada es un «vil ultraje».

También rechazó la imagen cortesana que se ha dado del Vaticano como «fantasías sin correspondencia con la realidad»: «No somos momias ni un nido de víboras, muchos documentos no revelan luchas o venganzas, sino esa libertad de pensamiento que a la Iglesia se acusa de no permitir. Es una pena que el Vaticano tenga una imagen tan deformada, pero esto nos debe hacer reflexionar para hacer ver una vida más basada en el Evangelio».