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Fernández Ordóñez adelanta su adiós
Tras medio año de tensa coexistencia con el Gobierno, pide el relevo al no poder comparecer para explicar el rescate de Bankia Abandonará su cargo en el Banco de España el 10 de junio, un mes antes del fin de su mandato
MADRID . Actualizado: GuardarMiguel Fernández Ordóñez comunicó personalmente al presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, su intención de dejar el cargo de gobernador del Banco de España el próximo 10 de junio, con un mes de adelanto respecto a la fecha prevista. Se había empeñado en completar su mandato, y hace apenas una semana pidió comparecer ante la Comisión de Economía del Congreso para explicar la situación que ha desembocado en el rescate de Bankia. En el marco de la ya interminable reestructuración financiera, quiso explicarse ante el Parlamento, y el Gobierno y el partido que le apoya le cerraron el camino.
Esta anticipación desvirtúa la polémica sobre las averiguaciones parlamentarias acerca de lo ocurrido en el banco que precisa una inyección de capital público superior a los 23.000 millones de euros. Aunque nada impide que la cámara pudiera convocarle en el futuro, sería en calidad de exresponsable de la supervisión financiera.
En días inmediatos, Fernández Ordóñez solo cumplirá las tareas con las que había pensado rematar el sexenio. Tras acudir hoy al Senado para comentar los Presupuestos del Estado, la semana próxima presentará ante el consejo ejecutivo del instituto emisor el informe anual. Suele ser un texto de referencia, en el que analiza la situación económica y comenta de forma pormenorizada su visión del sector bancario. Será la mejor oportunidad de la que va a disponer para hacerse oír, porque el discurso del gobernador, pese a realizarse a puerta cerrada, tiene siempre una amplísima difusión. Fernández Ordóñez dice que se va justo cuando vence el plazo para que las entidades financieras presenten los planes con los que piensan cumplir las imposiciones del último real decreto de reforma del sector. Prolongar su permanencia, argumenta, en nada ayudaría a afrontar el nuevo periodo, y por ello considera mejor que el nuevo gobernador «participe plenamente» en decisiones tan importantes como la aprobación de los planes de las entidades.
Consenso
Por todo ello, el 10 de junio dejará su sillón a quien el Gobierno decida encomendar la dirección del Banco de España. Si los planes no se tuercen, podría ser Luis Linde, un veterano de la institución, a quien el pasado viernes el Consejo de Ministros nombró consejero. Si los proyectos anunciados por el ministro de Economía se cumplieran, PP y PSOE tendrían que acelerar los contactos con la finalidad de pactar los nombres de gobernador y subgobernador.
Fernández Ordóñez apenas ha convivido medio año con un gabinete popular, pero las tensiones afloraron pronto. Los seis años de mandato del gobernador y la independencia del Banco de España, que hace inviable el relevo forzoso salvo irregularidades probadas, suelen imponer coexistencias más largas. En el caso de Fernández Ordóñez, la primera parte de su mandato estuvo marcada por la bonanza económica. Las insinuaciones sobre la formación de una potencial burbuja inmobiliaria fueron mucho menos frecuentes que sus discursos de llamamiento a las reformas del mercado laboral o la liberalización de los servicios. Y las propuestas para modificar la regulación de las cajas de ahorros chocaron con la fortísima resistencia de las autonomías Aunque, por imperativo del Banco de España, las entidades de crédito españolas atesoraron un colchón de provisiones, la dureza de la crisis y la estrecha implicación del sector con los préstamos a promotores inmobilarios lo volatilizaron. La recesión económica disparó la morosidad y la reforma financiera, la única que en rigor correspondía imponer al organismo supervisor, se ha ido aplicando por interminables etapas.
En su fase final, y cuando la crisis de la deuda soberana se vio alimentada por los recelos sobre el sector bancario, el ministro de Economía, Luis de Guindos, tomó las riendas directas de la reforma. Como remate, el anuncio de que valoradoras extranjeras realizarán pruebas de resistencia y auditorías directas a los bancos españoles, puso contra la pared al gobernador. Los políticos populares solo en ocasiones sacaron la cara por los servicios técnicos y el buen hacer de los profesionales del instituto emisor, pero en ningún caso justificaron a su principal dirigente.