Kenia, un país con grandes desigualdades y escasos recursos minerales
Actualizado:Kenia amplía su círculo de amigos. El aliado natural de EE UU en una región tan volátil como el Cuerno de África ha sabido reaccionar con presteza a la independencia del sur de Sudán al facilitar una salida al mar y buscar el apoyo de la ubicua China. La explosión demográfica y las fricciones intertribales parecen exigir respuestas rápidas a un país que carece de grandes recursos minerales. La economía depende del monocultivo agrícola y del turismo, afectado por las recientes incursiones de terroristas somalíes. La invasión del Ejército del sur de Somalia responde a esa necesidad de impedir que el clima de inseguridad arraigue y hunda el prestigio de un sector tan importante como este.
El Gobierno de Mwai Kibaki se ha empeñado en una política de grandes gestos. Además de la creación de una comisión para el combate de la corrupción, ha llevado a cabo iniciativas vanguardistas como la ciudad tecnológica de Konza, en el corazón del país, la autopista de Thika Road y los Nairoby Bypass, nuevas vías destinadas a aliviar el congestionado tráfico de la capital.
La apuesta por la modernidad encaja con la situación de una minoría acomodada, formada por la elite negra, la minoría proveniente del subcontinente indio y otras comunidades de expatriados, con estándares de consumo muy similares a los europeos. Sin embargo, ni el Lapsset ni los grandes proyectos urbanísticos propios del siglo XXI parecen seducir al 50% de la población, que vive por debajo del umbral de la pobreza, carece de agua potable y otros servicios básicos. El país, con uno de los índices de crecimiento demográfico más grandes del mundo, precisa de ambiciosas respuestas económicas para evitar otro gran estallido social.