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Rajoy conversa durante la cumbre con Mario Monti, Angela Merkel y Francois Hollande. :: FRANCOIS LENOIR / REUTERS
Economia

La tensión entre Merkel y Hollande por los eurobonos enturbia la cumbre del crecimiento

El presidente francés reclama la unificación de la deuda europea para tranquilizar definitivamente a los mercados

IÑAKI CASTRO CORRESPONSAL
BRUSELAS.Actualizado:

Angela Merkel y Nicolas Sarkozy también necesitaron tiempo para entenderse. Pese a compartir ideología conservadora, se cuenta que al principio les faltaba química y puntos comunes en su vida personal. Con la llegada de la crisis, su relación creció tanto que en la UE apenas había margen para la debate. Cumbre tras cumbre, el resultado se conocía de antemano porque el eje franco-alemán imponía su ley de austeridad a ultranza. Ayer, la confusión reinaba en Bruselas. Por primera vez en dos años, Berlín y París acudieron a un encuentro del máximo nivel sin una agenda consensuada. El distanciamiento provocó una fractura evidente en el seno de la Unión por la aprobación de los eurobonos, considerados tanto el bazuca para terminar con la crisis como el nuevo objetivo vital de Europa.

Las diferencias en el doble motor europeo tienen un responsable claro: François Hollande. El flamante nuevo presidente francés se estreno ayer en una cumbre en Bruselas. Y lo hizo con un paso al frente. Como ya venía avisando, reclamó la unificación de la deuda europea para tranquilizar definitivamente a los mercados. Sabía que la propuesta es un auténtico tabú para Alemania, pero abogó por poner todas las opciones «sobre la mesa» sin caer en el «enfrentamiento». Hollande, que también mira de reojo a las elecciones legislativas galas del mes próximo, siguió al milímetro el enfoque que se le había dado a la cita. El presidente de la Unión, Herman Van Rompuy, pidió a los mandatarios que se expresaran con total «franqueza» y trazaran un horizonte de futuro para una moneda única zarandeada por la inestabilidad.

El líder galo no solo mostró su autoridad con los eurobonos. También exigió sin ambages que Europa se mueva ya para impulsar el crecimiento y no solo confíe en el éxito «a largo plazo de las reformas estructurales». «Lo que digo es que hay que actuar de inmediato porque de lo contrario no alcanzaremos los objetivos de déficit y se crearán dudas en los mercados», auguró. No lo mencionó explícitamente, pero en Bruselas reapareció una idea por la que ya peleó Sarkozy. Se trataría de otorgar una licencia bancaria al fondo de rescate, lo que le permitiría contar con recursos casi ilimitados a través del BCE. De esta manera, se podría calmar finalmente a los inversores convenciéndoles de que la Eurozona se defenderá con todas sus armas.

Merkel frenó el ímpetu de Hollande desde que puso un pie en la capital europea. A su juicio, los eurobonos «no contribuyen» al crecimiento y, además, no tienen cabida en los tratados comunitarios. La canciller germana rechazó entrar más en detalle, pero la mutualización de la deuda incrementaría los costes de financiación del país. Ayer, el tesoro alemán colocó 4.500 millones en títulos a dos años a un interés del 0,07%. Estos porcentajes, que se repiten desde hace varias semanas, permiten a Berlín obtener fondos de forma casi gratuita frente a las angustias que pasan otros socios como España al subastar sus bonos. En el pulso por forjar un Tesoro común, Alemania goza del respaldo de Austria, Holanda y Finlandia, todos ellos en una saneada posición.

Sin planes de estímulo

Merkel se mostró más receptiva con las medidas para impulsar el crecimiento y el empleo, aunque sin abrir la puerta a planes de estímulo como los diseñados al principio de la crisis. La líder conservadora se centró en cuestiones como la movilidad laboral porque «hay países en los que se buscan trabajadores, mientras que en otros la tasa de paro es elevada». Los socios, que plantearon la cumbre como una sesión preparatoria de cara a la toma de decisiones en junio, discutieron la posibilidad de reforzar el Banco Europeo de Inversiones. Paralelamente, ya están casi en marcha los bonos de proyectos concebidos para captar financiación privada destinada a las infraestructuras. En principio, se pondrá en marcha una fase piloto hasta 2014 con la que se pretende lograr 4.500 millones procedentes de fondos de pensiones y aseguradoras.