De santuario a objetivo de Al-Qaida
Un terrorista suicida mata en la capital de Yemen a decenas de soldados en la preparación del día de la reunificación
Actualizado:La guerra contra Al-Qaida en la Península Arábiga (AQPA) llega a Saná. Ansar al-Sharia, filial de la organización que actúa en el sur de Yemen, golpeó en el corazón del país matando a decenas de militares -entre 60 y 90, según distintas fuentes- e hiriendo a más de doscientos, mientras preparaban el desfile del 22 aniversario de la reunificación. Es la carta de presentación del grupo en la capital tras mantenerse alejado durante la revolución que le costó la presidencia a Alí Abdulá Saleh, su respuesta a la ofensiva del Ejército yemení y sus socios estadounidenses contra sus santuarios en la provincia de Abyan. Esta operación contra la insurgencia empezó a principios de mes y ha costado la vida a más de 130 personas, la mayoría yihadistas, una guerra oculta en desiertos y montañas, que sale a la luz tras el atentado de Saná, que llevaba varias semanas en alerta tras la detención de otro suicida.
El ataque fue perpetrado por un kamikaze vestido de militar que logró infiltrarse en la 14 compañía de las Fuerzas de Seguridad Centrales mientras esta se preparaba para el desfile en la plaza Al-Sabeen. El mayor Mahdi Al Jarbani, oficial al mando de la compañía, declaró al Yemen Times que «prácticamente todos mis hombres han sido aniquilados o gravemente heridos». El ministro de Defensa, Mohamed Naser Ahmed, y el jefe del Estado Mayor, el general Ahmed Alí al-Achual, se encontraban en la tribuna en el momento de la explosión y salieron ilesos. El golpe de Ansar al-Sharia es doble ya que este cuerpo está dirigido por el sobrino del expresidente, Yahya Mohamed Abdulá Saleh..
Lucha contra el terror
Cinco meses después de la salida de Saleh del poder, los problemas se acumulan en la mesa del presidente Abd Rabo Mansour Hadi. Desde el día de la toma de posesión mostró su intención de combatir contra Al-Qaida y sus filiales en el país, «algo muy diferente a lo que estaba haciendo Saleh en los últimos años», opina el director del diario Yemen Times, Alí Saeed. Fruto de este compromiso se incrementaron los ataques selectivos de aviones no tripulados estadounidenses y se envió al Ejército a combatir a «lugares donde antes había una especie de trato no escrito por el que las autoridades permitían la presencia de yihadistas a cambio de que no actuaran dentro del país», reconocen expertos en seguridad consultados en Saná.
Una estrategia compartida por el mismísimo Osama bin Laden que, según los archivos que salieron de su casa en Abbottabad, aseguraba que «Yemen debe ser un lugar en paz reservado para las fuerzas de la Ummah (comunidad musulmana global)». El santuario peligra y está en camino de convertirse en una especie de Pakistán donde los drones tienen luz verde, lo que provoca un fuerte desgaste a las autoridades frente a una opinión pública contraria a la intervención extranjera.
«La postura de Hadi ha sido firme respecto a Al-Qaida. Hace unas semanas se comenzó a hablar de una posible negociación, pero la rechazó. La inestabilidad crece cada día y el grupo terrorista puede hacer mucha mella en un proceso de paz que avanza muy lentamente. La Conferencia de Diálogo Nacional debía haber empezado a finales de marzo, pero las distintas partes siguen sin ponerse de acuerdo», asegura la investigadora de la Universidad Autónoma de Madrid residente en Saná Leyla Hamad. Al-Qaida en la Península Arábiga ha logrado elevar el grado de amenaza de Yemen hasta la calificación de 'global' con sus acciones contra legaciones extranjeras en Saná y sus intentos de atentado en aviones con destino a EE UU. Pese a la muerte de algunos de sus líderes, como Anwar al-Aulaki, su ciberpredicador y rostro más internacional, el grupo sigue fuerte allí donde no llega un poder central con demasiados frentes abiertos.