«No puedo perderne los primeros meses de la vida de mi hija cuando estoy rehabilitado»
Un joven de Bornos se enfrenta a una condena por su vinculación con el mundo de las drogas cuando ha conseguido dar un giro total a su vida
BORNOS.Actualizado:«No puedo conciliar el sueño y mi condena sigue adelante, y eso que llevo ya seis años pagando sin haberle hecho daño a nadie que no sea a mí mismo». Las hojas del calendario pasan con rapidez y el temor a peder la libertad no cesa. Es un hombre fuerte que ha conseguido, sin más apoyo y ayuda que la de su familia, sacar la cabeza del pozo de las drogas. Pero la lentitud de la Justicia quiere hacerle pasar una nueva prueba. Lo pide todo un pueblo y los respaldan sus autoridades, muestra de que Ernesto no solo no es un chico malo, sino que es un ciudadano ejemplar que lleva su vida honradamente y trabajando para sacar a su joven familia adelante.
Y quién es Ernesto. Pues Ernesto Jaén es uno de tantos jóvenes de la provincia que en su momento coquetearon con las drogas y eso pudo arrastrar su vida hasta un pozo sin fondo. En 2007, lo detuvieron en una redada que acabó con 28 detenciones en la localidad y pasó 48 horas en un calabozo, tras lo que fue puesto en libertad con cargos. Lo acusaban de menudeo, venta de droga a menor escala, y por eso lo condenaron aunque él defiende que «jamás he vendido nada a nadie y solo he sido un consumidor más de tantos que estaba dañándome con esa mierda, además de crear un dolor inmenso a mi familia».
Su familia era la gran perjudicada de la historia, su madre la que peor lo ha llevado todo; sus hermanos los que siempre trataron de ayudarlo y siguen haciéndolo. El camino de la recuperación también le tenía premios guardados e Isabel era uno de ellos, con ella decidió fundar una familia y hace solo dos meses acaban de tener a su primera hija. «¿Cómo voy a perderme el momento en el que mi hija gatee por primera vez o trate de decir su primera palabra?», se pregunta Ernesto. Y es que, sobre la mesa de su preciosa casa, se encuentra una carta que le recuerda que en breve tendrá que entrar en prisión.
La detención fue todo un revulsivo para Ernesto, ya que se dio cuenta que el camino que había tomado no era el correcto. De la noche a la mañana decidió que «había cosas muy importantes en la vida como para perdérselas por la droga» y sin acudir ni a una sola sesión de terapia consiguió salir del pozo. Dos años después le practicaron una prueba para ver si seguía siendo consumidor y salió completamente limpio, lo había conseguido pero eso se ha convertido en una de las causas por las que podría verse pronto entre rejas.
Y es que el caso no es sencillo. En julio de 2010 se celebró un juicio oral en Jerez y los imputados, entre ellos Ernesto, reconocieron los hechos para lograr así rebajar la pena a tres años de cárcel «ya que nos aconsejaron que así no entraríamos en prisión, ya que éramos consumidores de cocaína en el momento en que ocurrieron los hechos». La prueba determinó que él estaba limpio y la familia asegura que «eso es lo que ha provocado que de los 28 imputados solo él vaya a entrar en la cárcel», apunta su hermano Manuel, uno de sus principales apoyos.
Ernesto, que reclama una y otra vez su inocencia, defiende que «no soy ningún delincuente y soy incapaz de hacerle daño a nadie», ahora tiene claro que no quiere entrar en prisión aunque sea ni un solo día, ya que la condena establece que podría ser de unos 6 o 7 meses. «No tengo que entrar para rehabilitarme porque yo estoy totalmente rehabilitado de la vida que llevaba, aunque incluso en ese momento jamás dañé a nadie -reitera- más que a mí familia que sufrió mucho conmigo». Su madre no para de llamarlo, a cada momento, y a sus años está viviendo con dureza este palo que le da de nuevo la vida.
Indulto
En su intento de hacer que la Justicia no cometa una tremenda injusticia con él, su defensa ha presentado varios recursos a la sentencia e incluso una petición de indulto al Consejo de Ministros del Estado. De momento, nada ha conseguido el resultado esperado, pero «no pierdo la fe y la esperanza porque entiendo que la Justicia no está para dañar a los que hemos hecho un gran esfuerzo por salir de donde estábamos». Razón por la que ahora tiene todas las esperanzas puestas en una nueva solicitud de indulto y en un aplazamiento de la pena hasta que se resuelva la petición.
Seis años de condena asegura que ha vivido él desde entonces porque «por comprar cocaína y consumirla con compañeros, he sido condenado como un traficante sin serlo». En estos años, asegura que le ha cambiado hasta el carácter pero también asegura que «he pagado una condena cara porque desde entonces mi vida ha sido un sinvivir». Ha perdido 20 kilogramos e incluso tuvo que irse del pueblo durante tres años porque «yo no podía estar aquí, me sentía mal, señalado y eso que no había hecho nada». Un campo cercano a la población fue su refugio y allí consiguió dar los pasos más importantes de su vida junto a su inseparable Isabel.