Puro pop a flor de piel
Keane regresa con 'Strangeland' a la carga emocional de su primer álbum
MADRID.Actualizado:Fueron una de las sorpresas de la década pasada: tres pulcros chavales ingleses que vendieron alrededor de seis millones de copias de su debut gracias a la emotividad de unas canciones de puro pop, conducidas por el piano y sin guitarras. Aquello fue en 2004 y el disco se llamaba 'Hopes and Fears'. Ocho años después, ya treintañeros y convertidos en cuarteto, se han mantenido arriba, en primera división, pero no han conseguido repetir la repercusión de ese álbum.
Ahora lo intentan con 'Strangeland', que muchos consideran una vuelta a la carga emocional del primer trabajo. «Yo no lo veo así, pero es curioso que la gente sí», señala Tim Rice-Oxley, pianista y compositor principal de Keane. «Este es más complejo en sonido y letras. 'Hopes and Fears' es el principio de algo, un disco de salida al mundo, de salir de tu pueblo, tus primeras rupturas... Este disco llega casi diez años después, cuando la vida es mas complicada, inevitablemente».
Ahora todos sus miembros -entre los 30 y los 35 años- están casados y la mayoría tienen hijos, algo que por fuerza debe reflejarse en las canciones. «Yo creo que sí», comenta Jesse Quin, bajista y nueva incorporación: «Recuerdo tener 18 años y pensar que mi vida era muy complicada. Pero es que de joven reaccionas a las cosas, y según cumples años te haces mas analítico y buscas las razones de esos problemas». «De adolescente, a no ser que tengas mala suerte, lo peor que te puede pasar es discutir con un amigo o romper con tu novia, mientras que cuando tienes una familia todo es más complejo», concuerda Rice-Oxley: «Y además, aunque suene a tópico, tener hijos te hace pensar más en tu lugar en el mundo y en el futuro. Es... es...». «¡Deprimente!», continúa Quin, que puntúa la conversación con bromas, restando seriedad al equilibrado discurso de Rice-Oxley.
Con el grupo dividido en dos para esta estancia promocional en Madrid, Rice-Oxley y Quin parecen tener buena química entre ambos. Juntos descubrieron en el proceso de escritura de 'Strangeland' un libro titulado 'El manual del compositor frustrado', una combinación de tratado de autoayuda y de juegos del que salieron algunas canciones del disco: «Es un juego competitivo, cada uno se encierra en una habitación durante medio día y gana el que más canciones tiene al final», explica el bajista: «Tim habrá escrito unas 100, yo menos, unas 80. Está claro que la mayoría no sirven, te salen muchas de coña, muy malas, pero también buenas ideas».
Canciones autobiográficas
Uno de los puntos álgidos de 'Strangeland', un álbum que pierde fuerza en su segunda parte, es 'Disconnected', desde ya un single clásico de Keane, una canción sobre la inevitable ruptura de una pareja en las últimas que surgió de una intrascendente discusión de Tim Rice-Oxley con su mujer. Tomada al pie de la letra, parecería que están al borde del divorcio. ¿Exageramos los oyentes el aspecto autobiográfico de muchas canciones? «No lo creo», contesta el compositor: «Todas las canciones de Keane son muy personales, hablan de mí o de mi percepción de las cosas. Pero la gente les da nuevas interpretaciones, responden de forma muy emocional a nuestras canciones y es curioso ver cómo proyectan sus vidas en las letras. Hay, por ejemplo, bastantes canciones políticas en nuestros discos, pero el público no las suele interpretar así, por la manera en que están escritas y porque vienen de Keane».
Ah, la percepción del público, tema peliagudo cuando se habla de Keane... Por sus x millones de fans, hay otros tantos detractores, pues es un grupo fácil de criticar: por sus orígenes (lo que los ingleses llaman 'posh', o sea, pijos), por su música (cero rockera, no suenan guitarras), por sus sentidas letras... «A mí me alucina», señala Jesse Quin: «Entiendo por qué a la gente le gusta el grupo, porque tienen una reacción emocional que les ayuda de algún modo, o les afecta profundamente. Pero la gente a la que no le gusta Keane... ¡se equivocan!», grita medio en broma. «En serio, no entiendo por qué tienen que atacar a alguien cuya ocupación es sacar al mundo algo que esperan que a algunas personas les guste. A quien no, pues no pasa nada».
«Mi teoría», interviene Rice-Oxley, «es que cuanto más te abras, la gente más se abre a ti. Te haces vulnerable, pero hay un placer en ello, y muchos te responden con esa misma cantidad de pasión. Saben reconocer que las canciones no son el producto de una fábrica de hits. Yo creía que todo el mundo escribía las canciones así, pero no. He conocido a artistas que hacen canciones solo como medio para ganar dinero». ¿Fue esa su experiencia componiendo con Gwen Stefani o Kylie Minogue? «No, pero he escrito para otra gente que sí son así. La razón por la que Kylie o Gwen querían escribir conmigo es porque les importa lo que cantan. La primera vez que escribí fuera de Keane fue con Gwen, y fue muy emocional, se puso a llorar cuando toqué la canción al piano». «No mientas», interrumpe Quin: «Fue antes de empezar a tocarla. Decía: '¡No quiero trabajar con este imbécil inglés!».