Las tropas internacionales se van, los afganos se quedan
El Gobierno de Kabul pide un compromiso para financiar a las fuerzas de seguridad locales a partir de 2014
Actualizado:Los socios de la OTAN han acudido a Chicago para ultimar los detalles de su adiós a la misión de Afganistán. Su vacío en la guerra contra la insurgencia lo ocuparán a partir de 2014 las fuerzas de seguridad afganas, que en estos momentos están compuestas por 350.000 hombres, el doble que hace tan solo dos años. La Alianza ya ha anunciado su intención de mantener tras el repliegue a asesores, tropas especiales y hasta apoyo aéreo, pero lo que busca Kabul es concretar en cifras la «fraternidad global», en palabras de su embajador en Washington, Eklil Hakimi.
Afganistán demanda un compromiso cuantificable para el entrenamiento, equipamiento y mantenimiento de unas fuerzas de seguridad desproporcionadas para las capacidades de su Gobierno. Tanto Kabul como la Alianza tienen tan clara esta situación y ya han preparado un plan de reducción de 100.000 efectivos a partir de 2015.
La tercera de las cinco fases de transferencia de seguridad a las fuerzas locales ya está en marcha y pronto, sobre el papel, los afganos serán responsables de 260 de los 398 distritos del país, entre ellos las 34 capitales de provincia. Los miembros de la Alianza dedican los últimos meses de misión a la preparación de estos hombres, una tarea cada vez más peligrosa que ha costado la vida a 17 soldados de la OTAN en 2012, muertos a manos de sus alumnos. Son más de 80 los caídos en esta labor que empezó en 2008 (entre ellos dos oficiales de la Guardia Civil).
Falta de preparación
Todos los preparadores coinciden en que necesitan más tiempo para poder hacer de los afganos soldados competitivos, pero las necesidades militares no responden a las agendas políticas, cada vez más ahogadas por la situación financiera de los países de la OTAN. El último informe del Pentágono reveló que tan solo 18 de los 293 batallones del Ejército afgano son «totalmente operativos para actuar de forma independiente».
Mientras la OTAN y Kabul discuten el futuro de las fuerzas armadas afganas, algunas voces críticas piden un esfuerzo extra en el diálogo con la insurgencia para lograr la reconciliación nacional. Una de estas voces era la del exministro de Asunto Religiosos talibán Arsala Rahmani, asesinado el pasado domingo en Kabul. Junto al diálogo, que tiene un segundo escenario abierto en Catar, no hay solución sin tener en cuenta al vecino paquistaní.
Después de que el secretario general de la Alianza, Anders Fogh Rasmussen insinuara que no invitaría a Islamabad, finalmente hubo un cambio de opinión y el presidente, Asif Ali Zardari, estará presente. La OTAN necesita a Pakistán para abastecer a sus tropas, pero también precisará ahora de sus carreteras para la operación de salida.