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Seguidores de los Hermanos Musulmanes aclaman al candidato a presidente Mohamed Mursi. :: AFP
MUNDO

Islamismo rima con capitalismo

Los empresarios egipcios confían en que un presidente islamista garantice el desarrollo económico y acabe con la corrupción

PAULA ROSAS
EL CAIRO.Actualizado:

Elegante y pulcro, con el bigote afeitado y la barba bien recortada, Hisam Murid tiene claro que los tiempos en los que «solo 30 o 40 grandes empresarios» se beneficiaban de las políticas del Estado se han acabado. «Si queremos salir adelante, no podemos copiar el mismo modelo corrupto», señala este directivo de una compañía que fabrica plásticos, mientras escucha al candidato de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Mursi, explicar a un centenar de empresarios de todo el espectro económico egipcio, cristianos y musulmanes, grandes conglomerados y pymes, cómo su programa, 'Nahda' (renacimiento), beneficiará a la economía del país.

«Tenemos la mente abierta y queremos mercados abiertos», explica en los pasillos del hotel de lujo en el que la Hermandad ha congregado al empresariado, Mohamed Zidan, uno de los secretarios del Partido Libertad y Justicia, la marca electoral de la cofradía. Según el programa electoral de Mursi, erradicar la corrupción de los ministerios e instituciones estatales será una prioridad. «Queremos más inversiones extranjeras, más turismo y, sobre todo, dejar claro a los empresarios que nuestro proyecto busca la estabilidad y que, por lo tanto, las inversiones estarán seguras», añade Zidan. El islamismo, entendido por la cofradía, no está reñido con el capitalismo.

El futuro presidente tendrá ante sí una tarea titánica para sacar adelante la maltrecha economía egipcia, que sufrió durante los meses posteriores a la revolución una fuga de inversiones. Solo en el último semestre del año pasado, la última cifra oficial disponible, la inversión extranjera directa cayó en más de 930 millones de euros. El 40% de los egipcios viven con menos de dos dólares al día, según cifras del Banco Mundial, y los subsidios se comen el 20% de todo el presupuesto del Estado.

Barreras burocráticas

Pero los programas de los tres candidatos favoritos hacen prever que difícilmente se va a producir un cambio radical en la dirección que la economía del país ya tomó durante los últimos 15 años de gobierno de Hosni Mubarak, orientada a los mercados y con el énfasis puesto en el sector privado. Tanto Mursi como el islamista moderado Abdelmoneim Abul Futuh y el ex secretario general de la Liga Árabe Amro Musa han prometido eliminar los subsidios energéticos excepto para los más pobres, y todos buscan eliminar barreras burocráticas para estimular la creación de nuevas empresas. Los cambios, advierten desde la Asociación Egipcia para el Desarrollo de los Negocios, impulsada por la Hermandad, no están tanto en los objetivos, sino en cómo y quién los lleva a cabo.

Con más de 80 millones de habitantes, Egipto tiene un potencial económico enorme y muchos empresarios exigen que el nuevo presidente abandone el viejo modelo de beneficiar a sus afines. «Algunos se enriquecieron gracias al antiguo régimen y ahora vemos estas mismas caras en los carteles electorales», asegura el industrial Arafat Rashid. El empresario no quiere citar nombres, pero Ahmed Shafiq, último primer ministro con Mubarak y al que se le acumulan las acusaciones de corrupción desde el Parlamento egipcio, cumple con el perfil. La mayor fortuna del país, la de la familia copta Sawiris, ha apoyado públicamente al laico Amro Musa, que fue ministro de Exteriores durante una década. Naguib Sawiris, dueño del conglomerado Orascom y al que se le asoció en el pasado con Gamal Mubarak -el neoliberal hijo del expresidente, hoy en prisión-, lo anunció en su cuenta personal de Twitter, aunque es difícil conocer si su motivación es más política o económica.

Sin embargo, una nueva generación de grandes empresarios islamistas como Hassan Malek, Abdelrrahman Seoudi o el propio Jairat el-Shater, la primera opción de la cofradía musulmana para la presidencia egipcia hasta que fue descalificado, miran con esperanza al futuro. Consiguieron prosperar bajo el yugo de Mubarak, aunque muchos tuvieron que pagar su precio con la cárcel. Y se encontraron con un techo de cristal que ahora esperan poder romper.