El G-8 insta a combinar la política de crecimiento con la estabilidad fiscal
Merkel expresa el deseo de la cumbre para que Grecia permanezca en el euro pero le pide que respete sus compromisos
NUEVA YORK. Actualizado: GuardarLa situación de emergencia que vive Europa a cuenta de la crisis de la deuda ocupó ayer el grueso de los debates que los líderes del selecto grupo del G-8 mantuvieron en la residencia presidencial de Camp David, en las afueras de Washington. Frente a las desesperanzadoras noticias provenientes de Grecia y España en las últimas jornadas, la cumbre fijó su posición en favor del crecimiento y la generación de empleos como imperativos para salir de la actual crisis económica global y abogó por una eurozona unida y fuerte. En este punto, la mención expresa al país heleno, cuya permanencia en el seno de la moneda única había sido puesta en tela de juicio la última semana, cobra especial importancia. «Estamos de acuerdo en la importancia de una eurozona fuerte y unida para la estabilidad y la recuperación global y afirmamos nuestro interés en que Grecia permanezca en la eurozona y respete sus compromisos», señala el comunicado conjunto del final de la cumbre.
El texto defiende, además, la reducción del déficit público como vía para la reactivación económica, pero reconoce que los criterios deben aplicarse con flexibilidad a cada país, ya que las condiciones «no son las mismas para todos ellos». Aunque dominan afirmaciones genéricas que difícilmente significan una desautorización a la línea dura impuesta por el Gobierno de Angela Merkel y el Banco Central Europea, el tono de las propuestas están muy en sintonía con la línea marcada por Barack Obama y el nuevo presidente francés, Francoise Hollande, en su breve encuentro del viernes en la Casa Blanca.
El texto acordado introduce de manera más nítida de lo escuchado hasta ahora en Brusela la necesidad de implementar medidas de estímulo -se menciona potenciar las inversiones en infraestructuras y educación- aunque el capítulo esencial del comunicado no se cierra hasta dejar bien claro que las recetas de austeridad fiscal se mantendrán con la misma intensidad que hasta ahora.
Entre las referencias a la situación en España, Francois Hollande matizó que la cumbre no trató expresamente sobre la situación de los bancos españoles después de haberse mostrado favorable la víspera a que se recapitalizaran aquellas entidades que estuvieran en apuros.
Si bien lo emanado de la cumbre no tiene carácter mandatorio, como se esforzó en recordar el primer ministro británico, David Cameron, cuesta creer que Bruselas haga caso omiso de lo acordado. Por ejemplo, se pide tomar acciones para aumentar la confianza y alimentar la recuperación, incluidas reformas para aumentar la productividad, el crecimiento y la demanda dentro de un marco sostenible y no inflacionario.
Puertas adentro, los líderes mantuvieron fuertes diferencias de opinión en torno a cómo afrontar la crisis, destacando su reconocimiento de que las medidas adecuadas no son las mismas para cada uno de sus miembros. «A todos nos interesa el éxito de las medidas específicas para reforzar la resistencia de la eurozona y el crecimiento en Europa», indicaron.
Obligaciones del rescate
Muy conciliadora, Angela Merkel volvió a echar un capote a Atenas aunque con su pero habitual. «Queremos que Grecia permanezca en la eurozona, con la condición de que cumpla sus obligaciones en el marco del segundo rescate. Si está en nuestra mano hacer algo más para impulsar el crecimiento en Grecia, a través del Banco Europeo de Inversiones o los fondos estructurales, estamos abiertos a ello, pero eso no es un sustituto para las obligaciones de este país», agregó Merkel.
En otra intervención conjunta con David Cameron, el presidente estadounidense se extendió en defender la aplicación de medidas de estímulo. «Estamos comprometidos con que tanto el crecimiento como la consolidación fiscal se incluyan en un paquete global que resulte en el tipo de prosperidad que todos estamos buscando para nuestros ciudadanos».
Cameron, por su parte, aseguró que los dirigentes del G-8 han logrado avances en la resolución de las dos principales amenazas a sus economías: la crisis de la eurozona y los altos precios del petróleo. Con un rol más activo del que acostumbra en su relación con los problemas de euro, el Premier británico destacó como una de las figuras más activas de la reunión. Muy enfático declaró que «se van a aplicar los planes concretos que sean necesarios, el fortalecimiento de los bancos, la gobernanza y los cortafuegos. Todo esto debe ocurrir muy rápido».