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Las primeras olimpiadas sin CO2
Brasil convierte una espectacular torre que genera energía con ayuda del sol en el símbolo de sus juegos de 2016
MADRID Actualizado: GuardarParece una cascada que se abre en el cielo para caer sobre la isla brasileña de Cotonduba. Tiene 100 metros de altura y una azotea de cristal transitable desde la que se puede admirar toda la bahía de Guanabara. Pero lo más importante es que está compuesta de 150 metros de placas solares que la proveen de energía durante todo el día y un sistema que, por la noche, eleva el agua de mar hacia el cielo para dejarla caer en cascada y, con ella, generar energía eléctrica. La misma que iluminará el edifico y abastecerá a los alrededores.
Así es el símbolo de los Juegos Olímpicos de 2016 elegido por Brasil: todo un canto a la era post-pretróleo que ya viene, a los edificios sostenibles y las energías renovables. De llevarse a buen puerto el proyecto se cumpliría con la intención de hacer de estas olimpiadas las primeras que contaran con una infraestructura libre de emisiones de C02.
Magia sostenible
La City Solar Tower, una creación del estudio de arquitectura Rafaa, se antoja como un ejercicio de magia que pone de relieve el uso de los recursos naturales para la generación de energía, pero además, representa un espectáculo visual que no deja indiferente a nadie. La intención del país, al elegir este proyecto como el ideal de la torre de observación planificada para los juegos, es que sea un símbolo de bienvenida con indiscutible mensaje ecológico a todos los que visiten Brasil por aire y mar con motivo del evento.
Además de la torre en forma de cascada, el proyecto constituye todo un complejo urbano en el que se podrán practicar actividades deportivas, realizar eventos en un gran auditorio e incluye zona de tiendas y restaurantes, además de una gran plaza y áreas de recreo. En los pisos superiores hay observatorios que permiten alcanzar diferentes panorámicas de la ciudad y, en la azotea, a modo de gran balcón, se puede tener una panorámica de 360º del entorno mientras se siente en los pies el caer del torrente de agua. Por si esto fuese poco impresionante, la torre incluye una atracción solo apta para atrevidos. A 90,75 metros de altura cuenta con una plataforma retráctil desde la que practicar Bungee Jumping.
En su descripción del proyecto ganador, los arquitectos aseguran que con él han querido ofrecer al mundo "una reflexión sobre los retos que enfrentamos y dar un mensaje sobre el futuro de nuestra sociedad".
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