CRISIS FINANCIERA

El chivo expiatorio de Grecia

La salida del euro sería un desastre para la población griega y para toda la UE

MADRID Actualizado: Guardar
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Grecia es hoy un país apestado a punto de ser expulsado del ‘paraíso’ europeo. Sus faltas y mal comportamiento son de sobra conocidos. Presentó a sabiendas cuentas falsas, quizá entró de forma precipitada en la Unión y la gestión del país estuvo a cargo de una clase política incompetente que alimentó unos insólitos índices de corrupción e ineficacia. El comportamiento fue inexcusable, pero también tuvieron su parte de culpa los que financiaron el desastre, desde la propia UE hasta los bancos alemanes, que facilitaron la mayor parte del crédito que hoy tratan de recuperar por las buenas o por las malas.

Al principio se dijo que Grecia no suponía un gran problema para los socios de la UE, ya que solo representa un 2% de la economía de la eurozona. Hoy, sin embargo, la tragedia griega amenaza con hacer saltar por los aires la estabilidad de la UE con España e Italia entre los principales damnificados. Su endeudamiento parecía también manejable en principio, pero el retraso en la adopción de medidas y una medicina de caballo, que amenaza con matar al paciente, nos han situado en un callejón con difícil salida.

Las medidas de austeridad y recortes impuestos por Bruselas han provocado una depauperación y una postración social del país prácticamente insoportables sin que se consiga atisbar una mínima salida del túnel. Para colmo de calamidades, la situación política tras las elecciones del 6 de mayo han complicado todavía más las cosas.

Los sondeos apuntan a una victoria de la formación de izquierdas Syriza, que se ha negado a formar un Gobierno de unidad nacional y que desde posiciones maximalistas se opone a los sacrificios impuestos por Bruselas. Resulta paradójico, pero un 70% de los griegos quieren seguir en la Europa del euro, aunque rechazan los sacrificios impuestos. La cuestión es que sin sacrificios, actuales o añadidos, no tendrá continuidad el rescate financiero. Y sin rescate y cumplimiento de las condiciones impuestas, la permanencia en el euro se hace insostenible.

El peligroso jugueteo con la idea de la salida de Grecia del euro comienza a traslucir la idea de que sin su lastre, la eurozona podría recuperarse con mayor facilidad. Un chivo expiatorio en el altar de los mercados. Sin embargo, la convicción general es que sería un desastre económico y político que habría que evitar a toda costa.

Los griegos deberán ser a la postre los que elijan su camino tras las elecciones de junio, pero no estaría de más que en vez de las amenazas procedentes de Bruselas y Berlín, se diera a Grecia un balón de oxígeno que haga más digerible y convincente la cura de austeridad. En tal sentido ya se ha pronunciado el flamante presidente francés, Bernard Hollande. Una muestra de flexibilidad y respeto a su voluntad podría contribuir a que en las elecciones no se imponga el nacionalismo suicida.