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LITERATURA

'Miliki', un payaso legendario en el trapecio de las letras

Emilio Aragón prueba con su segunda novela, 'Mientras duermen los murciélagos', su talento para la intriga

MIGUEL LORENCI
MADRIDActualizado:

«Hay que reírse para seguir vivos. Incluso cuando parece imposible hallar razones para el optimismo, tienes que encontrarlas dentro de ti». Es el consejo de un payaso legendario, Emilio Aragón Bermúdez, 'Miliki', que vuelve a la palestra como novelista. Con 83 años, algún achaque, una voluntad de hierro y mucho coraje, despacha una apasionante thriller de casi 500 páginas en el que el circo que tanto ama, la guerra, sus desastres, la intriga y las ganas de vivir y van de la mano.

'Mientras duermen los murciélagos' (Planeta) es además de una entretenidísima narración, un canto al circo y «a sus viejas glorias, a aquellas figuras a las que obligaban a retirarse a la fuerza en Alemania cuando aun estaban llenos de vida», explica su autor. Una veintena de veteranos «añosos pero pletóricos» residentes en la Casa del Artista en Berlín que verán en 1945 como las bombas aliadas les dejan sin techo y sin futuro. Será Juan Carlos Barrachina, «el mejor trapecista del mundo y desertor del ejército republicano», quien les conceda la oportunidad de seguir soñando con la pista en un azaroso periplo. Viajarán de la masacrada capital del nazismo a España a bordo de un destartalado autobús y con el aliento de la Gestapo en el cogote.

Para conformar su divertida galería de personajes, 'Miliki' ha recurrido a su experiencia -«he vivido bombardeos»- y a muchos de los cómicos con los que compartió una larga vida profesional, como los hermanos Ferrer a quien convierte en los gemelos griegos Aetos y Moses. Una aventura a veces incierta que le llevó a «recorrer el mundo de punta a cabo y empezar de cero un montón de veces, como ellos». De aquella vida dura y nómada añora el aplauso. «Sueño con él, como mis personajes», admite. «Cada vez que veo un escenario, siento que me gustaría estar arriba y recibir los aplausos con humildad», reconoce nostálgico.

El de escritor es un oficio más en la larga lista de actividades de 'Miliki', actor, director, cantante, acordeonista, compositor y guionista, pero «payaso por encima de todo», recordado por su mítico 'Había una vez un circo'. Miembro de la portentosa e inimitable estirpe de la que salieron los payasos de la tele -que tras décadas alejados de la pequeña pantalla siguen e la memoria colectiva de varias generaciones-, lamenta ahora que el circo languidezca. «Aquí se le dejan morir por falta de ayudas, no como en Francia o Canadá», se duele sin dejar de lanzar alguna puya contra 'El circo del Sol' que no ve como «circo puro».

Audiencias y dictadura

También lamenta en la tele en la que fue pionero, impere «la dictadura de las audiencias y se hayan esfumado los horarios infantiles». «Lo comento con mi hijo, pero me dice que es lo que hay, que la audiencia manda, así que venga de concursos y de programas de corazón», dice el progenitor del tercer Emilio Aragón de la saga, 'Milikito' en su vida de payaso, productor y presidente de La Sexta desde 2006, con quien 'Miliki' intercambia «consejos profesionales y mucho cariño». 'Mientras duermen los murciélagos' es un relato muy cinematográfico, «pero Emilio también me ha advertido que sería un película carísima». «Tendríamos que cruzar Alemania, Francia y España con un puñado de actores y ambientación bélica», dice resignado.

No es 'Miliki', ni de lejos, un advenedizo en la escritura. Durante años escribió sin tregua los guiones humorísticos de su espectáculo diario. Luego unas memorias, 'Recuerdos', y un primera novela 'La providencia', siempre con el circo como denominador común. «Con los guiones sufría y me agoté hasta caer enfermo; con la novelas y sus personajes gozo con locura», explica ilusionado. En las tripas de su ordenador crece otra novela y ha terminado al que será su primera pieza teatral. «Cuando alguien usa la palabra payaso como insulto, se acaba volviendo contra él», dice este hijo, nieto y padre de payasos que contravino el deseo de su progenitor -«quería médicos, ingenieros y abogados en la familia»- y acabó sembrando carcajadas. Su nombre artístico se lo puso, sin pretenderlo, una ama de cría vasca que en vez de Emilio le llamaba Emiliki. «Le quité la e y hasta hoy», explica risueño. Nacido por casualidad en Carmona el 4 de noviembre de 1929, se siente ciudadano del mundo. «Uno es, además de donde ha nacido, de donde ha trabajado, de donde se ha enamorado, pero sobre todo de donde ha sido feliz y se ha reído, y yo lo he sido en muchos rincones del globo», explica el protagonista de una vida plena. «No me arrepiento de nada y me enorgullezco sobre todo de mi familia». Una gran familia de cuatro hijos, diez nietos y tres biznietos. «Los más peques ya se saben de memoria las canciones de los payasos. Su sonrisa, la de cualquier niño, es el mejor regalo de la vida», asegura.