Sociedad

Leica, reina de las cámaras y las subastas

MADRIDX. Actualizado: Guardar
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Nadie sospechó que la Leica del año 1923 subastada el sábado en Viena rozaría los 2,2 millones de euros. El precio de salida de la pequeña y herrumbrosa Leica O-Serie (número 116) eran 300.000 euros. Las estimaciones más optimistas apuntaban a que podría venderse entre 600.000 y 800.000. Pero triplicó las previsiones y alcanzó los 2,16 millones. Es casi el doble de lo pagado antes por una cámara de este tipo y demuestra el interés creciente en las salas de subasta tanto por la fotografía, pioneras o no, como por las miticas cámaras alemanas que fijarón la historia del siglo XX. La foto más cara de la historia es una imagen del Rihn tomada por Andreas Gursky en 1999, por la que se pagaron 3,2 millones de euros en 2011. Superó a un autorretrato de Cindy Sherman por el que se pagaron 2,8 millones de euros el mismo año.

Desde su irrupción en el mercado a finales de los años veinte, la compacta Leica que hoy reina en las subastas se convirtió en la indiscutible reina de las cámaras fotográficas. Por ella apostaron los grandes maestros de género, como Henri Cartier-Bresson, que adquirió la primera en 1932 y cuyo récord de cotización está en los 433.000 euros pagados por un foto de ese año. También fue la herramienta preferida por los fotógrafos bélicos, desde la incivil guerra española hasta la de Vietnam. Leica fue la cámara de Robert Capa en Cerro Muriano, en el desembarco de Normandía y en Indochina. Con ella atrapó Robert Doisneau su archifamoso beso ante el ayuntamiento parisino, y Elliot Erwitt o William Klein escudriñaron Nueva York a través de su visor. Una Leica captó la niña vietnamita que huía despavorida y abrasada por el Napalm y Leica ha sido la cámara del brasileño Sebastiao Salgado, uno de los últimos popes de la fotografía analógica.