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Asesinado el negociador talibán

MIKEL AYESTARAN
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Arsala Rahmani ha muerto. El nombre del exministro talibán se sumó ayer a la lista de mediadores asesinados o apartados del proceso negociador entre Kabul y los insurgentes, que nada más hacerse público el atentado negaron cualquier vinculación con el mismo pese a que en el anuncio de su ofensiva de primavera situaron a los miembros de la comisión en su punto de mira. A primera hora de la mañana, cuando el anciano salía de su casa al oeste de Kabul, un desconocido sorprendió a su equipo de seguridad y le mató de un disparo, según informó la Policía.

El proceso de paz parece estancado tanto en Qatar, donde están presentes los estadounidenses, como en Kabul, donde el Consejo de Paz creado por Hamid Karzai a finales de 2010 ha sufrido dos golpes decisivos tras el asesinato de su líder y expresidente del país, Burhanuddin Rabbani, el 20 de septiembre, y ahora Rahmani. La Embajada norteamericana en Kabul calificó su muerte de «una tragedia» para el país asiático.

A sus 70 años, este clérigo fue ministro de Asuntos Religiosos del régimen fundamentalista, pero tras la caída no dio el salto a la clandestinidad. Rahmani formaba parte de la élite talibán reconvertida que -al igual que el extitular de Exteriores fundamentalista mulá Mutawakkil- trata de llegar a un acuerdo con sus antiguos compañeros. Miembro del Senado desde 2005, Rahmani jugaba un papel importante como mediador en los encuentros con la insurgencia que, de manera más o menos oficial, se vienen produciendo desde 2009.

Su muerte se produce apenas un mes después que el mulá Zaeef, exembajador talibán en Pakistán, decidiera abandonar Kabul y buscar refugio en Emiratos Árabes Unidos debido a «motivos de seguridad». Zaeef denunció persecución por parte de fuerzas de Estados Unidos. Rahmani hablaba con un tono de voz muy bajo y lanzaba mensajes tan claros como incómodos. En el último encuentro con este enviado especial, el 22 de marzo, criticó la estrategia de la OTAN enfocada casi en exclusiva al entrenamiento de las fuerzas afganas y sugirió que «el auténtico esfuerzo habría que dirigirlo hacia la reconciliación». «Si la OTAN no ha sido capaz de defenderse, ¿alguien piensa que los afganos en solitario seremos capaces? Si no hay un acuerdo de paz el caos está asegurado», sostuvo.

«Sobran corruptos»

Durante sus entrevistas hacía constantes referencias al Emirato Islámico de Afganistán establecido por los talibanes entre los años 1996 y 2001 para explicar los males actuales que sufre el país. «Los talibanes formamos un gobierno sin experiencia, no había apenas profesionales. Hoy el gabinete es un poco menos desorganizado, pero sigue faltando profesionalidad y sobran corruptos», afirmaba, al tiempo que atacaba al actual Gobierno.

Rahmani no renegaba de su pasado talibán y culpaba a «la Alianza del Norte» de no permitir «desarrollar nuestro programa de gobierno como nos hubiera gustado», la misma Alianza del Norte -antigua coalición de muyahidines- cuyos comandantes ocupan los puestos clave de poder en el Afganistán postalibán.

El analista afgano Ahmad Saidi desveló ayer a Efe que el fallecido Rahmani mantenía una importante disputa por una cuestión de tierras con miembros de la tribu nómada de los Kuchi, y que lo ocurrido podría ser consecuencia de ese enfrentamiento. En cualquier caso, su asesinato propina un severo golpe a los esfuerzos del Gobierno de Karzai por acercarse a los talibanes cuando ya está en marcha la retirada de las tropas internacionales.